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Tribuna abierta

Guadalupe: un camino al cielo en la vida cotidiana

«Muchas veces podemos estar tentados a dejar de aspirar a cosas grandes, a renunciar a nuestros sueños, porque palpamos nuestras limitaciones y errores»

Fernando Ocáriz

La sierva de Dios Guadalupe Ortiz de Landázuri será beatificada el próximo sábado en Madrid. Este acontecimiento es motivo de alegría y de esperanza, porque manifiesta, una vez más, que Dios llama a todos a vivir una vida plena junto a Él, a la santidad, ... y que es posible alcanzarla en las vicisitudes de la vida cotidiana. La futura beata amaba la vida que Dios había escogido para ella; la hizo suya y fue feliz. Siendo joven, sufrió la muerte de su padre, que afrontó con serenidad y firmeza. A pesar de las dificultades, decidió continuar con sus estudios de Química y seguir una profesión que era poco frecuente en las mujeres de su tiempo; luego se dedicó a la enseñanza, donde puso en juego todas sus cualidades. Cuando conoció a san Josemaría Escrivá y descubrió que Dios la llamaba a vivir su vida cristiana según el espíritu del Opus Dei, no dudó en entregarse generosamente para seguir la invitación a alcanzar la santidad en la vida cotidiana. Guadalupe permaneció abierta a lo que Dios le iba pidiendo en cada momento: dejar por un tiempo su profesión para retomarla más tarde, viajar a México para empezar la labor apostólica del Opus Dei en el continente americano, regresar a España y continuar con la enseñanza, comenzar a una edad avanzada la tesis doctoral.

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