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Editorial ABC

Torra echa más gasolina

El presidente de la Generalitat redobla su desacato y su pulso con una estrategia frentista que ha cambiado de escenario y que del Parlamento regional ha pasado a las calles

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En una cita cargada de simbolismo separatista y de clara intención desafiante, Quim Torra se hizo rodear ayer de los alcaldes catalanes que apoyan la independencia, con los que posó en una reedición de la foto que Carles Puigdemont se hizo con los mismos regidores ... el 27 octubre de 2017, cuando estos juraron -vara de mando en alto- defender «la construcción de la república». La inviabilidad del ensueño nacionalista, frustrado por la respuesta del Estado de Derecho e ignorado por la comunidad internacional, ha reducido el margen de maniobra de un frente soberanista que en su irresponsable huida hacia delante, del despacho a la barricada, se limita ya a prender la llama de la revuelta social. Cuando Torra dice que «no hay retorno» y que volverá a ejercer un derecho inexistente de autodeterminación, inédito en el ordenamiento jurídico de las naciones occidentales, es consciente del escaso recorrido práctico, más allá del Código Penal, de sus soflamas. El único que con conocimiento de causa puede gritar lo de «no hay retorno» es su antecesor en el cargo, Carles Puigdemont.

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