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Sube la tensión

A Pedro Sánchez se le viene considerando un segundo Zapatero, pero todo indica que está dispuesto a superarle

José María Carrascal

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Sin llegar a las amenazas de muerte que se cruzaron en el Congreso español en vísperas de la Guerra Civil, el duelo de ayer entre Pablo Casado y Pedro Sánchez fue el de mayor intensidad en nuestra ya no tan joven democracia. Acusar, como hizo ... el primero al segundo de ser cómplice de la conspiración en marcha para trocear España es el mayor cargo que puede hacerse a un presidente de Gobierno. En otros tiempos le hubiera valido enviarle los padrinos para un duelo a primera sangre. Hoy se quedó en severa admonición de que se retractara, que no hizo, tan calientes están los ánimos. ¿Se excedió Casado? Dependerá de a quién pregunte, pero Sánchez está arriesgando demasiado, no sólo personalmente, sino de España. Eso de diseñar un presupuesto con un partido antisistema que cuyas directrices económicas son abiertamente antimercado y estatalistas, que han llevado a tantos países a la miseria, no parece una buena idea. Y peor todavía es la de buscar el apoyo de los partidos nacionalistas que buscan la independencia sin rodeos. Que les haya enviado a Iglesias como mediador no es ningún alivio, sino todo lo contrario, pues el líder de Podemos ha dado muestras de estar más próximo a sus planteamientos que a los de una España unida, democrática, liberal, fiel a su tradición y a su historia. O sea, que pese a lo descarnado de su acusación, Casado estaba diciendo algo real y muy grave.

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