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DIARIO DE UN OPTIMISTA

Valores europeos, ¿de qué hablamos?

La democracia no es más que la traducción institucional de nuestro espíritu crítico; votar es aceptar que uno pierde, es reconocer que nadie está en posesión de la verdad absoluta y que el otro, con el que tenemos derecho a disentir, también puede tener razón, hasta la próxima ronda electoral

Guy Sorman

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El domingo pasado voté. Se trataba de elegir el nuevo Parlamento francés y otorgar, o no, una mayoría al presidente Macron. El colegio electoral estaba casi desierto, la mitad de los votantes indiferentes se habían abstenido. Echaba de menos las multitudes del pasado y el ... ambiente festivo. También echaba de menos que ya no sea necesario introducir la papeleta en un sobre y luego en una urna de madera. El progreso electrónico pasa por ahí: se vota sobre una pantalla táctil, lo que deja perplejos a algunos ancianos. Todo esto, me dirán, es una tontería; pero no debería serlo. En la cabina de votación pensé en los miles de millones de personas que también desearían elegir a sus dirigentes, pero no pueden porque sus tiranos se lo impiden; una gran parte de los habitantes de nuestro planeta vive bajo la tutela de regímenes autoritarios. La democracia, la libertad, solo las apreciamos debidamente cuando nos las quitan. ¡Que se avergüencen los abstencionistas!

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