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¡Si pudiera hablar el Rey!

Los catalanes, quiera o no quiera Laurita, tienen Rey

Carlos Herrera

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Duro trabajo el de Rey. Ignoro si lo es en Holanda o en Suecia; sé que tiene su guasa serlo en Bélgica; parece agradable serlo en Dinamarca; y soporta un notable peso institucional si lo eres en Gran Bretaña, que supone ser Jefe de Estado ... también de Australia y Canadá -aunque hay que reconocer que son países que dan poca guerra- y debes recibir a Donald Trump como si fuera un primo cercano. Pero ser Rey de España conlleva algo más: recibir y escuchar a una colección de idiotas de importante peso específico dispuestos a darte lecciones de oportunidad democrática, poner buena cara y soportar que salgan de la reunión diciendo bobadas de diverso grado haciéndose los importantes. Afortunadamente, el Rey recibe gente normal, habla con gente normal y escucha lo que tiene que decir mucha gente normal, sea política o no. Pero tras cada elección, le toca abrir la puerta de su despacho a algún que otro mindundi en busca de su minuto de gloria y escuchar las supuestas frases imaginativas que reivindican las diversas ensoñaciones que han hecho fortuna en algunos idearios fantasiosos.

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