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La Tercera

Una serpiente en el restaurante

«Tanto en el tatuaje como en el piercing hay un origen de agresión física hacia uno mismo, una especie de prueba masoquista, que puede tener su origen en un descontento o en eso que llamamos inconformidad. No me imagino al doctor Severo Ochoa tatuándose un alambre de espino alrededor del tobillo, ni a José Luis Sampedro colocándose a la altura de la tetilla izquierda una flor de lis o una bandera»

LUIS DEL VAL

Este verano, en un restaurante de mediana categoría, sufrí un sobresalto, al observar de reojo que en la mesa de al lado, sobre el borde del mantel, había una serpiente. He sido un boy-scout nada brillante, y más bien atolondrado, pero recordaba que ante ... los ofidios de buen tamaño -y este parecía de un grosor considerable- lo mejor es no hacer movimientos bruscos, que puedan ser interpretados por el animal como un intento de ataque. Así que volví muy despacio la cabeza para fijarme bien en el reptil, mientras intuía que por los tonos azulados podría tratarse de una culebra. Pero cuando logré una visión sin escorzos y molestias, me di cuenta de que no se trataba de ninguna serpiente, y que lo que había sobre el mantel era el brazo de un cliente, tan cubierto de tatuajes que a mí me había parecido un ejemplar de culebra bastarda de la península ibérica. Espero que mis buenos amigos, Manuel Toharia y Luis Miguel Domínguez, no lean este error que les suele suceder a personas despistadas y algo analfabetas como yo en cuestiones relacionadas con la fauna.

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