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Tribuna abierta

Seamos serios y basémonos en la ciencia

«Lamentablemente, de facto, debido a la desinformación, y ante las amenazas de posibles sanciones a los hosteleros, es cada vez más difícil encontrar un espacio donde poder fumar de forma normalizada sin convertirte en poco menos que un delincuente o un apestado»

Sergio López Valdelvira

Los fumadores asistimos atónitos a un goteo constante de informaciones que no hacen sino generar un miedo infundado en la población, aprovechando la situación de crisis sanitaria de la Covid. Es objetivo de algunos extender la prohibición de fumar en terrazas con carácter general, ejerciendo para ello una presión que me atrevería a calificar de “poco responsable”, al poner en tela de juicio la seguridad de un espacio tan importante para la hostelería como las terrazas.

Hace poco más de un año, la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial ya planteó prohibirnos a los fumadores la posibilidad de ejercer nuestros derechos individuales fumando en las terrazas, donde la afectación hacia aquellos que no fuman es inexistente, al ser espacios abiertos con suficiente ventilación. Afortunadamente, imperó el sentido común en algunas Comunidades Autónomas, y la propuesta quedó enterrada. Y así, en la mayoría de las autonomías se permite el consumo de tabaco en estos espacios, condicionado al mantenimiento de una distancia de seguridad.

Lamentablemente, de facto, debido a la desinformación, y ante las amenazas de posibles sanciones a los hosteleros, es cada vez más difícil encontrar un espacio donde poder fumar de forma normalizada sin convertirte en poco menos que un delincuente o un apestado. Llama la atención esta postura de España, cuando ningún país de la UE ha restringido el consumo de tabaco por COVID, ya que de hecho no existe ninguna prueba científica que avale que el fumador es más susceptible de contagiarlo que un no fumador.

Viendo que el control de la pandemia está cada vez más cerca, que el uso obligatorio de mascarilla en exteriores se aproxima a su fin con prácticamente toda la población vacunada o con anticuerpos, lo que dejará sin “excusa pandémica” las restricciones al consumo de tabaco en terrazas, crece la presión mediática… “los aerosoles pueden alcanzar hasta ocho metros”, “lugares inseguros para usuarios y trabajadores”,… Seamos serios y basémonos en ciencia o dicho de otra manera, no generemos justificaciones alarmistas. Es lícito, que algunos quieran prohibir fumar en terrazas y ello no necesita mayor justificación; de la misma manera que yo fumador, quiero poder disfrutar de un piti con un café en la terraza de un bar.

Y dónde está el punto de encuentro entre ambos: en la educación, la concienciación y el sentido común. Frente a las prohibiciones, no solo en terrazas, sino también en playas, en el coche privado (aunque se viaje solo),… hay alternativa. Parece que el camino fácil es limitar, prohibir, restringir. Son medidas que corren el riesgo de trasladar el consumo a otros espacios, dando lugar a un ocio más desordenado y posiblemente más molesto para los vecinos; además de con consecuencias para otros, como la hostelería o el turismo; pero por qué no regular hacia la tolerancia y el respeto mutuo para afectar lo mínimo posible las libertades de todos los ciudadanos. Usemos la imaginación, por ejemplo, con espacios diferenciados para unos y otros.

Esta situación nos lleva a preguntarnos, desde ANFA, la Asociación Nacional de Fumadores Activos, los verdaderos motivos que hay detrás. Y ahí tampoco quedamos sorprendidos: las prohibiciones son sólo la continuación de una manera de legislar que poco tiene de tolerante y abierta -en vez de dialogar, consensuar y actuar de manera quirúrgica-, brocha gorda, patada adelante, prohibición tras prohibición, no solo en lo que nos afecta a los fumadores. Si consientes esto porque a ti no te afecta, mañana podrás verte sorprendido por cualquier medida igual de arbitraria que afecte a tus derechos.

Nos preocupa esta deriva. Nos preocupa porque amenaza a los derechos y libertades de una porción significativa de la población adulta española. Creemos que un ciudadano español adulto y en su sano juicio debe poder decidir si le apetece fumar tabaco al aire libre, siempre que su decisión no impacte en nadie más.

Los ciudadanos no quieren imposiciones, exigen diálogo y empatía, que las decisiones sean respetuosas con sus derechos, compartidas y explicadas, y no impuestas sin fundamento empírico. Desde ANFA seguiremos defendiendo el derecho individual del adulto español a poder fumar en aquellos espacios exteriores o interiores que sean adecuadamente habilitados para ello sin interferir en el derecho de aquellos que no deseen compartir estos espacios. Lo haremos apelando al Gobierno, a todos los gobiernos, para que legislen quirúrgicamente y pensando en que, en democracia, la preservación de los derechos y libertades de los ciudadanos es el fin último.

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Sergio López Valdelvira es presidente de la Asociación Nacional de Fumadores Activos (ANFA)

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