Seguridad equilibrada
El deterioro de la seguridad en Afganistán avanza imparable. En los últimos cuatro años, se han multiplicado por diez los incidentes con artefactos explosivos, superando los 3.200 en 2008. Estos mismos ataques se duplicaron en los pasados doce meses, y han provocando el triple ... de víctimas en lo que va de año que en el mismo período del anterior.
Los militares extranjeros fallecidos superan ya los 1.100, de los cuales casi 400 son europeos. Mientras en 2002 se produjeron 69 bajas, esta cifra se elevó a 294 en 2008. En el primer trimestre de 2009 fueron 88, y lo peor está por llegar. Estadísticamente, el pico de caídos se produce en los meses de verano, precisamente para cuando están previstas las elecciones presidenciales (20 de agosto).
Ante esta situación ciertamente preocupante, las tropas desplegadas deben contar con los indispensables dispositivos de seguridad que les permitan cumplir adecuadamente con su tarea de estructuración social y ayuda humanitaria. Es vital disponer de vehículos suficientemente protegidos contra las amenazas más habituales, como minas, artefactos explosivos improvisados y municiones perforantes. Al igual que de elementos de protección individual eficaces, comenzando por chalecos evolucionados.
Así mismo, el control eficiente y duradero de las inmensas áreas de responsabilidad exige incrementar la presencia de las fuerzas sobre el terreno.
Sin embargo, ambas medidas tienen sus repercusiones negativas de ser llevadas al extremo. Ante un pueblo ancestralmente orgulloso y celoso de su libertad, es clave para el éxito de la misión la percepción que tengan los afganos de los extranjeros que están colaborando en la reconstrucción de su país. Sería contraproducente que un exceso de medidas de protección o de presencia arruinara todo el esfuerzo de las generosas tropas, derrochadoras permanentes de entrega, sacrifico, valor y hasta heroísmo -gestos no siempre debidamente reconocidos ni recompensados-, al ser vistos como invasores o conquistadores. Lo que haría aún más difícil su ya casi imposible misión.
El ejemplo soviético es ilustrativo. Nada consiguieron con el doble de las actuales fuerzas internacionales, ni con sus carros de combate o helicópteros protegidos.
Lo ideal es encontrar el complicado equilibrio entre misión, seguridad, protección y efectivos. Requiriendo cada zona, cada cometido concreto, de una aproximación diferente.
El objetivo es que los afganos, aun cuando algunos no acaben de comprender los valores que se les quieren inculcar o las ventajas del esfuerzo internacional, al menos se mantengan neutrales, y no conformen una oposición violenta.
Teniente coronel y
Profesor de la Escuela
Superior de las Fuerzas
Armadas
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