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Sarcasmos eutanásicos

EN el debate sobre la eutanasia hay un ingrediente de «truhanería compasiva». El bueno de Bernat dijo hace algún tiempo, para alborozo de la parroquia eutanásica: «Tu cuerpo es tuyo, eso es socialista»; donde subyace la negación de una instancia divina que pueda determinar lo ... que debemos hacer con nuestro cuerpo. Según el apotegma del bueno de Bernat, cada individuo puede disponer de su vida como le viene en gana, en un ejercicio de voluntad soberana; y este principio de autonomía de la voluntad sería el que justificase la eutanasia. Pero la autonomía de la voluntad individual es el espantajo que la parroquia eutanásica enarbola para distraer nuestra atención de lo que en verdad persigue, que es exactamente lo contrario. Pues la parroquia eutanásica, a la vez que niega que una instancia divina pueda establecer los límites de la vida, postula que una instancia humana -¡con certificado progre, of course!- los establezca en su lugar. De modo que donde el bueno Bernat dice «tu cuerpo es tuyo» debe añadirse «... y el de tu prójimo también». Que es lo que ocurre en este caso de la italiana Eluana, a quien nadie le ha preguntado si desea quitarse la vida; y como esta pregunta Eluana no parece en disposición de responderla, llega entonces la parroquia eutanásica y nos dice: «Pues, a falta de respuesta de Eluana, nosotros decidimos por ella y le damos matarile».

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