Sánchez sale a pagar

Tras el fallido intento del pasado febrero, los resultados electorales del domingo otorgan a Pedro Sánchez una nueva oportunidad para tratar de sacar adelante unos nuevos Presupuestos Generales del Estado, unas cuentas que en un contexto de desaceleración como el actual contribuirían a agravar aún más el frenazo económico. El Gobierno envía hoy a Bruselas el Programa de Estabilidad correspondiente a los presupuestos prorrogados, vigentes desde 2018 y donde, entre otras novedades, se marca como objetivo cerrar este año con un déficit del 2 por ciento del PIB, siete décimas por encima del compromiso inicial acordado con la UE. Sin embargo, todo apunta a que este documento se convertirá pronto en papel mojado, ya que la intención del PSOE es aprobar sus propias cuentas con el más que probable apoyo de Podemos, tal y como ya pretendió meses atrás. Como resultado, las familias y empresas no solo deberán afrontar una sustancial subida de impuestos, sino que, además, Sánchez podrá culminar su ansiada derogación de la reforma laboral, con todo lo que implica para la creación de empleo.

Al despilfarro de dinero que ha protagonizado hasta ahora su campaña de los «viernes sociales», se sumará otra sustancial ronda de gasto a cargo de los contribuyentes, lo que se acabará traduciendo, por un lado, en más déficit y deuda, y, por otro, en un aumento adicional de impuestos. En concreto, el recargo fiscal rondará los 5.000 millones de euros, cuya factura recaerá sobre los hombros de todos los españoles y, en especial, sobre una clase media que ya ha sido muy castigada durante la crisis. La combinación de más déficit, impuestos y una mayor rigidez laboral constituye la receta idónea para lastrar la recuperación económica y sembrar la semilla de la próxima crisis.