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Editorial ABC

Sánchez pone por escrito la secesión

Sánchez no ha pactado un apoyo sino un cepo que castiga a España al reconocer su Gobierno, por escrito, que es fraccionable; se trata de la ruptura de España como sujeto jurídico nacional

ABC

La disputa pública entre el aún presidente de la Generalitat, Quim Torra, y sus socios de ERC es reveladora de la inconsistencia del pacto entre el PSOE y los independentistas para la investidura de Pedro Sánchez. Los nacionalistas catalanes sólo aspiran a convertir el Gobierno de España en una pieza más de su tablero de estrategias y tácticas partidistas. Su disposición a pactar con los socialistas se sustenta únicamente en el interés de alimentar el proceso soberanista en Cataluña, gracias a un partido socialista desnaturalizado como partido nacional y reducido a gabinete personal de Sánchez. Ayer se supo que el líder socialista ha pactado con ERC una mesa entre «gobiernos» y un referéndum posterior sobre sus acuerdos, que solo votarán los catalanes. Es decir, bilateralidad y referéndum, todo lo que vienen pidiendo los separatistas y todo lo que más daño le hace a España. Este es el Gobierno de «progreso» que ofrece Sánchez, un Ejecutivo que comete la irresponsabilidad -veremos si puede ser objeto de reproche penal- de poner por escrito, por primera vez en la historia, que España es fraccionable. Sin medias tintas, supone la ruptura de España como sujeto jurídico nacional. Por eso el Consejo Nacional de ERC aprobó con entusiasmo, casi a la búlgara, la abstención en la investidura de Sánchez. Lejos de ser un acto de compromiso con la gobernabilidad de España es la manera que tiene el independentismo republicano de asegurarse la debilidad de Sánchez como una fuente de futuros beneficios tanto para el proceso de independencia. El dirigente socialista no ha pactado un apoyo, sino un cepo que le condena a una permanente postración ante ERC, un partido que se ha instalado en una dinámica de ruptura del orden constitucional y de la unidad nacional de España, y que no solo no renunciará a estos objetivos, sino que se verá alentado a perseverar en ellos porque ahora ha colonizado el Gobierno de España. Además, ERC tendrá que mantener muy altas sus exigencias para que Torra no pueda acusarlo de traición por «blando». De hecho, el aún presidente catalán exigió ayer a ERC que defienda la autodeterminación en su pacto con el PSOE.

Lo que se ha formado es una coalición de Gobierno y de investidura basada en la ocultación a los españoles de sus verdaderos objetivos políticos. España se adentra en una etapa que no será de reformas constitucionales, porque esta coalición sombría no tiene fuerza parlamentaria suficiente, sino de derogaciones constitucionales a lomos de vías de hecho o de fórmulas legales tramposas. Hablar de «mesas entre gobiernos», de consultas o de «sentimientos nacionales» son avisos inequívocos de que son España y la Constitución los valores que están en juego. Y frente ya no vale el «esperar y ver» porque ya se sabe a qué conducen los pactos de la izquierda con el nacionalismo.

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