En primera fila
De improperios y votos perdidos
Resulta que no votar a Podemos es de sandio, pero creer que un ciudadano votará al líder que le insulta es de alto intelecto
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Iniciar sesiónInjuriar y abroncar a los que no piensan o hacen lo que dice la izquierda se está convirtiendo en una seña de identidad de esta ideología. Quien no está de acuerdo con el tipo de feminismo que defiende Irene Montero es un ‘heteropatriarca’, quien piensa ... que ya pasó el tiempo de la división entre rojos y azules no cree más que ‘cuñadeces’, quien apuesta por la Monarquía no está en el lado ‘decente de la Historia’ y quienes votan al PP o Vox engrosan las listas del ‘fascismo’. El autor de esta sopa de improperios es Pablo Iglesias, pero ahí tenemos a Carmen Calvo llamando nazis a los votantes de Isabel Díaz Ayuso, a Félix Tezanos reduciéndolos a gente de tabernas y a Miquel Iceta avalando que este tipo de insultos pertenece al ámbito de la libertad de expresión.
No se olviden de Juan Carlos Monedero tachando a los votantes del PP madrileño de faltos de intelecto: «Los que ganan 900 euros y votan a la derecha no me parecen Einstein». «Cuando tienes una conciencia falsa de la realidad y votas a tus verdugos, te estás equivocando. (...) A veces nos faltan elementos intelectuales y recursos para entender lo que necesitamos». Es decir, que no votar a Podemos es de sandio, pero creer que un ciudadano votará al que le insulta es un razonamiento de alto intelecto.
Para quienes aún no comprenden el cambio político que se está produciendo en España, el Banco de España ha puesto sobre la mesa una de las razones por la que muchos ciudadanos con bajos ingresos le están dando la espalda a PSOE y Podemos. No son heteropatriarcas, indecentes, nazis, faltos de intelecto o se pasan el día de taberna en taberna, sino que están sufriendo en sus carnes los nefastos efectos de las políticas de la coalición. Según el organismo supervisor, subir el salario mínimo un 22 por ciento en 2019 sin acuerdo con los agentes sociales y sin que existieran alzas para la clase media se llevó por delante entre 83.000 y 180.000 puestos de trabajo. Cayó la creación de empleo, aumentó la destrucción de puestos y todo ello con especial impacto en los jóvenes y los más mayores.
No hace falta ser Einstein para que parezca lógico que quien ve cómo despiden a un miembro de su unidad familiar por la decisión errónea de un político no votará al responsable. Y tampoco hace falta ser aquel genio para preguntarse a quiénes representan aquellos que creen estar por encima de los ciudadanos, o que insultan a los que miran hacia el futuro en lugar de al pasado, prefieren una monarquía a una república, acuden a los bares, o creen que la igualdad real se logra destruyendo barreras y no perdiendo el tiempo con el todos y todas. Así a ojo, y a años luz de ser Einstein, a mí me parece que representan a muy pocos. Y eso es lo que dicen los votos.
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