en primera fila

Hambre

La escasez de alimentos combinada con un aumento de la desigualdad es el cóctel social más peligroso

Las hambrunas han espoleado grandes revoluciones. Estuvo detrás de las revoluciones europeas de la Primavera de los Pueblos, de la Revolución Francesa o de la Revolución Rusa por poner ejemplos cercanos. Pero también es la causa de grandes catástrofes humanitarias y movimientos migratorios. La escasez ... de alimentos combinada con un aumento de la desigualdad es probablemente el cóctel social más peligroso. Y esto no es ninguna novedad.

Por tanto, si Mario Draghi concluye que la crisis alimentaria tendrá «proporciones gigantescas» después de hablar con Vladímir Putin, no podemos limitarnos a pensar que eso significa que nos tocará pagar muy caro el pan el año que viene. Estamos hablando de que es posible que estemos a las puertas de un nuevo desastre humanitario que derivará en movimientos migratorios y explosiones sociales con efectos imposibles de calibrar ahora mismo.

Para los que crean que esto es una exageración ahí va un dato: el Programa Mundial de Alimentos ya ha recortado las raciones que reparte a millones de familias por el encarecimiento de los precios de los alimentos y de los combustibles.

La solución no es sencilla. Por un lado, tenemos la invasión rusa en Ucrania amenazando con cronificarse. Recordemos a grandes trazos que el 29 por ciento del trigo, un 19 por ciento del maíz y un 32 por ciento de la cebada que se exportan a nivel mundial sale de ambos países. Como ya se ha venido repitiendo desde el inicio de la guerra, Ucrania es el primer productor mundial de aceite de girasol, seguido de la Federación Rusa. En cuanto a fertilizantes, el país de Vladímir Putin es el primer exportador. Y cada vez que nos toca echar gasolina o nos llegan las facturas de la luz y el gas nos acordamos de la madre del dictador.

La situación sería otra si, previamente, la pandemia no hubiera provocado un desabastecimiento y encarecimiento de productos. Pero en su locura neozarista, Putin intentó utilizar precisamente esa situación de escasez confiando en que Occidente temería tanto las consecuencias económicas de intervenir en Ucrania que miraría hacia otro lado.

El desafío eriza el vello, y más aún si pensamos que el Gobierno que tenemos se pasa el día peleándose internamente e intentando apaciguar los ánimos de sus aliados en el Congreso. De momento, la receta de Pedro Sánchez frente a la crisis que se avecina es apostar por la soberanía alimentaria, que puede no sonar mal pero no va a solucionar ni la escasez ni mucho menos el encarecimiento de los precios de aquí al otoño. Los discursos del jefe del Gobierno, ya saben, tienen más de ‘show’ que de realidad. Después dirá, como con el Covid, que era imposible saber lo que pasaría.

Lógicamente, no se le puede pedir a Pedro Sánchez que solucione un problema mundial, pero sí que se anticipe y prepare al país ante el complicado escenario que se avecina.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios