Cómo promover la inseguridad pública

Dos años después, sigue dando la sensación de que la pandemia se gestiona a lo pito, pito, gorgorito

Lo volvió a hacer. La Comisión de Salud Pública pegó un nuevo bandazo hace tres días al recomendar que los infectados por Covid esperen cinco meses para ponerse la tercera dosis de la vacuna, cuando hace unas semanas había dicho que tenían que pincharse a ... los 30 días. Con la gigantesca ola de contagios que padecemos, no deben ser pocos los españoles que siguieron la primera recomendación. Los más temerosos vivirán con el miedo a si su salud corre algún riesgo. Los menos aprensivos se preguntarán quién les mandó confiar en las autoridades. ¿Así es como Sanidad y las autonomías pretenden fomentar que todo el mundo se ponga el tercer pinchazo?

Un cambio de este calado no solo dispara la inseguridad de los ciudadanos sino que vuelve a poner de manifiesto la falta de criterio científico que la cogobernanza impone al manejo de la pandemia. ¿En qué tipo de informe técnico se basaron para establecer que el tercer pinchazo de los contagiados debía producirse al mes de la enfermedad? ¿Era preliminar? ¿Existió acaso? ¿Y en cuál se basan ahora para recomendar cinco meses de espera?

Este cambio de criterio llega, además, después de que este mismo órgano decidiera «por mayoría» que era buena idea reducir el tiempo de las cuarentenas para que no se cancelaran tantas cenas de Navidad ni se tuvieran que dar tantas bajas laborales. Aquello fue un ni ‘pa tí ni pa mí’: unos querían rebajar a cinco días, otros mantener los diez. Pues siete que es un punto medio. Estupendo. Aquí seguimos un mes después en el pico de la ola y sin aprender la lección: lo siguiente que va a debatir Salud Pública, por petición de las comunidades, es reducir los aislamientos a cinco días. A este paso la ola va a durar hasta marzo.

Cuando el Gobierno actúa en solitario el patrón es el mismo. Tenemos el reciente ejemplo de la imposición de las mascarillas en el exterior. Aquel día aseguró que contaba con el aval de los expertos, pero estos no tardaron ni cinco minutos en desmentirlo. Hace poco nos enteramos de que el Ejecutivo mintió y que ni siquiera se había molestado en pedir informes antes de imponer la medida. Lo peor del episodio es que no le extrañó a nadie. Da la sensación de que la pandemia se gestiona al tuntún. Si hay que tomar medidas, se sacan de la manga. Y si hay que adoptar decisiones, se dejan al pito, pito, gorgorito.

Los ciudadanos están más cansados que nunca de luchar contra un virus que les sigue golpeando dos años después de haber roto toda su normalidad. Necesitan la certidumbre de que hay alguien al mando y que sabe llevar el timón. Un bandazo como el de Salud Pública, en una cuestión que afecta de manera íntima a tantas personas, es un despropósito que, de paso, abona las teorías de la conspiración. Más que fomentar la salud de todos promueve la inseguridad pública.

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