Un tanque contra la empresa

Sánchez y sus socios son un tanque contra la industria y la empresa, en su dramática ignorancia de cómo se crea riqueza. No entienden la prosperidad ni el progreso. Lo que podría ser positivo, lo desdeñan. Lo que funciona, lo estropean. Y sus medidas pretendidamente sociales sólo propician desigualdad, desesperación y miseria. En su afán enloquecido por planificar la economía y controlar nuestras vidas está la raíz totalitaria más sanguinaria de todos los tiempos.

Nissan no se ha ido porque Pablo Iglesias sea vicepresidente pero a cualquier inversor internacional ha de parecerle una temeridad invertir en el país de un oportunista resentido como Pedro Sánchez que demuestra lo que le interesan la economía, la libertad y la vida pactando con filoetarras, independentistas y una banda de chavistas inspirados y patrocinados por la Venezuela de Nicolás Maduro. No hace falta ser un genio para entenderlo.

La pandemia ha hecho sus estragos pero nuestro modo de gestionarla causará un dolor aún más terrible. Es normal que el Gobierno se sintiera al principio superado pero en lugar de ponerse a trabajar en favor de sus ciudadanos nos ha tomado de rehenes para realizar su siniestra fantasía de encerrarnos y controlarnos con una paguita para tenernos obedientes y humillados.

Cuesta poco destruir una sociedad libre. La libertad nunca es estable. Si no avanza, retrocede, y si uno lleva tiempo viviendo en la atrofia del excedente, ya es tarde cuando se da cuenta de cómo se le ha ido estrechando la soga en el cuello. Son una cosa y lo mismo la destrucción de la economía y la destrucción del hombre libre, tal como era absurdo el debate entre si es primero la salud o la economía, cuando cualquier español adulto tendría que comprender que sólo tenemos los derechos que podemos pagar y que sólo en el ejercicio de nuestros deberes afirmamos lo que somos, lo que amamos y nuestro poder.