Enfoque
Apuestan por la estabilidad
Galicia y País Vasco, ante el 12-J
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Urkullu dijo ayer en una entrevista en el Correo que «es el momento de pensar en la estabilidad ante la incertidumbre de otras fórmulas», y Feijóo encarna mejor que ningún otro político español la idea de la estabilidad, la fiabilidad y la acertada gestión. Hemos ... tenido que pasar tres meses encerrados para darnos cuenta y comprobar que la estabilidad era una tesoro, que los riesgos es absurdo tomarlos cuando no es imprescindible y que es mucho más aconsejable que un político sea previsible y aburrido a que se comporte de un modo temerario. Por no comprenderlo antes, perdimos a Rajoy. Por no comprenderlo y porque Ciudadanos creó un ambiente irrespirable alrededor de la figura del presidente, y porque el PNV prefirió negociar al por menor con un socialista calamitoso que proteger los intereses, el bienestar y la cultura del conjunto de los españoles, incluidos los vascos, que desde hace dos años estamos siendo humillados por el presidente más sectario y mentiroso que ha tenido España desde la República. Insultamos a Rajoy, le despreciamos, y ahora hasta el socialista más recalcitrante que aún conserve dos dedos de cerebro lo daría todo para que volviera.
Por lo que refiere a la derecha, que es lo único que importa en el mundo civilizado, Feijóo en Galicia ha sabido hallar el tono para construir un proyecto de vocación mayoritaria y arrasará con una muy meritoria, y merecida, mayoría absoluta. En el País Vasco, el PNV se ha comido al Partido Popular e iba a decir que a Ciudadanos, pero la verdad es que el partido de Arrimadas nunca existió en aquella tierra. De un modo muy claro, y con unos resultados incuestionables, el lehendakari y Andoni Ortuzar han sabido dirigirse a un amplio sector de la sociedad vasca, muchas veces más de orden que nacionalista, más pendiente de defender «lo suyo» que de carreras que con el aldeano Ibarretxe -que además yo tengo la sensación que en los últimos tiempos se ha trastocado un poco- aprendimos a qué absurdo rincón llevaban. Es esta voz que Pablo Casado no ha sabido encontrar para toda la nación, esta tecla que muchas veces no depende tanto de las ideas como del modo de plantearlas; y lo que brilla en Galicia y en el País Vasco tiene su reverso, por su ausencia, en lo que atrasa y envilece a España.
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