Vivimos como suizos
Tinieblas
Azúa, Cebrián y Redondo como modelos de algo en la España de hoy
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Iniciar sesiónFélix de Azúa y José María Álvarez eran los guapos de los Novísimos de José María Castellet. Y sí, eso es lo que más me interesa de su poesía. Todavía hoy son los más interesantes. Es verdad que están vivos (otros también, pero Leopoldo Panero ... o Ana María Moix, no). Da gusto escucharlos y leerlos (por supuesto, a muchos les dan urticaria). A Azúa lo ha entrevistado David Lema y este le ha recordado cómo encabrona a algunos. «Hay muchos lectores de ‘El País’, gente vieja, como yo, que en lugar de haber evolucionado se ha quedado en los 80. Creen estar al día y son unos reaccionarios, están convencidos de ser de izquierdas, pero no lo son. Han quedado momificados en un marxismo rancio o en las novedades identitarias de EE.UU.». Yo casi me quedo con el marxismo rancio. Mira el propio Cebrián sobre Zapatero en el periódico que dirigía. Reprochándole que reclame a Don Juan Carlos una explicación, mientras no sabemos el «significado de su intercambio de sonrisas con Maduro; el origen de los millones depositados en Suiza por su embajador en Caracas; los motivos del viaje de Delcy Rodríguez a Madrid, o las razones del multimillonario apoyo oficial a la compañía Plus Ultra». Uno que si no ha evolucionado al menos parece una persona con un cerebro amueblado con criterio (lo demostró la semana pasada en la presentación del libro ‘Los papeles de Manglano’, de Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote).
Me voy a otro periódico. Esto parece una columna de revista de prensa. Leo el debut de Iván Redondo en ‘La Vanguardia’. Otra cosa no, pero la voz de su amo es. La lealtad hay que reconocérsela. Ríete de López Vázquez en ‘Atraco a las tres’ con Katia Loritz. Recordemos cuando dijo: «Yo me tiro a un barranco por Sánchez. Estaré con él hasta el final». El final ha sido cuando Sánchez le ha indicado el camino del barranco y que cerrara al salir. En el artículo le ha faltado elogiar a quienes limpian la redacción. Mi cita favorita: «No alcanzaremos la prosa de un duende (no es de este mundo) como John Carlin». Madre. Vale que es fácil imaginarse a Carlin como Rumpelstiltskin. Hasta con el gorro de David el gnomo. Pero no sé, a mí me gustaría que dijeran que mi prosa tiene duende, pero no que es la prosa de un duende. Parece el chiste clásico del alemán que llega a la Costa del Sol y pide consejo para ligar. «Muy fácil. Cuando pase a tu lado una chica, le dices ‘Viva la madre que te parió’». Tras varias horas al sol pone en práctica la sugerencia al ver a una guapetona: «A ti te parió una madre». Y ella: «Y a ti una gamba, hijoputa». Eso sin contar lo de hablar en plural. «No alcanzaremos la prosa...». ¿Pero quiénes sois vosotros? ¿Tú y tu peine?
No es poeta guapo como Azúa, pero el personaje sigue labrándose su leyenda. Parece creado para un aforismo de Lichtenberg: «Comerciaba con tinieblas a pequeña escala».
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