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Enfoque

El desentierro de «Lo que el viento se llevó»

El revisionismo cateto de la «nueva moral»

Oti Rodríguez Marchante

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En sus más de ochenta años de vida, «Lo que el viento se llevó» no ha dejado ni un momento de situarse en la cima del Cine ni de alimentar la idea de que es en ese lugar donde estará eternamente. Y la ocurrencia de ... la plataforma HBO de retirarla ahora de su catálogo cinematográfico solo puede incorporarle el único rasgo de preeminencia que le faltaba: ser una película perseguida, enterrada. Lo cual quiere decir que no es «Lo que el viento se llevó» la víctima de este burdo atropello, pues a los secretos y polémicas desde su rodaje, que resistió la vara de O. Selznick, el odio de Gable y Leigh, los cambios de director y sus kilómetros de metraje, ahora le añade la cualidad más cara de nuestra irrelevante y peligrosa actualidad: la incorrección política. El entierro de «Lo que el viento se llevó» tiene otra víctima (en el fondo, beneficiario) que no es ella, sino los desenterradores… Enterrar un tesoro tan manifiesto y reconocido es una invitación a buscarlo y desenterrarlo, lo que probablemente hará que la obra que firmó Victor Fleming se convierta en una pieza de caza mayor para las nuevas generaciones, en un arca perdida y en una obra de culto que los distraiga de la inane seriefilia.

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