Suscribete a
ABC Premium

El rincón

El designio de ocupación del poder arrolla cualquier obstáculo. La nueva legitimidad autoatribuida no admite reparos

Ignacio Camacho

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La derecha política y social está estupefacta por la naturalidad cesarista con que Pedro Sánchez se ha instalado en el Gobierno, sin cortarse un pelo por haber entrado por la puerta de atrás y actuando con la desenvoltura de quien hereda un predio. El presidente ... ha nombrado unos seiscientos cargos, ha colocado a sus amigos en Paradores, el CIS, Salvamento Marítimo o Correos, ha veraneado en Doñana, asaltado RTVE y utilizado para irse de fiesta un avión del Ejército. Para soslayar su escaso respaldo parlamentario ha echado mano de los decretos, recurso en el que en sólo ochenta días ya ha superado a Rajoy y Zapatero. Pero sobre todo, ha decidido que se note que está dispuesto a manejar todos los resortes del poder sin ningún complejo. Se trata, por una parte, de que su electorado advierta que no ha tomado la Presidencia a préstamo sino con plena carta de naturaleza desde el primer momento. Y en segundo término, de arrinconar al centro-derecha con una estrategia relámpago de desalojo y hostigamiento. De provocar en la oposición un shock que le impida recuperar la iniciativa y la obligue a defenderse de un asedio. De convertir al primer partido del Congreso en una minoría cercada por los socialistas, los nacionalistas y Podemos. De establecer un marco de opinión pública que sedimente la idea de que la izquierda ha vuelto.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia