Horizonte
El ridículo de Sánchez en la ONU
El 20 de noviembre de 1975 la Asamblea General guardó un minuto de silencio por el general Franco con los asistentes puestos en pie -con perdón

Hace falta tener un poco más de respeto por el país que uno representa -en funciones, por cierto- y no hacer el ridículo, como lo hizo el pasado miércoles el doctor Sánchez ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Yo no sé quién le escribe ... los discursos, pero al menos podría tomarse el trabajo de enterarse de cuál es la historia de España y cuál es la historia de la institución a la que se dirigía. Porque si de verdad se la saben, entonce la cosa es mucho peor. Entonces Sánchez mintió. Pero ya sabemos que el doctor Sánchez considera que la mentira es un arma política legítima.
Sánchez tuvo el valor de decir en esa tribuna que «España no formó parte de los Estados fundadores de la ONU por estar sometida a la dictadura». ¿Desde cuándo no se puede ser miembro de la ONU por ser una dictadura? ¿Sabe el doctor Sánchez cuántas dictaduras fundaron la ONU? Claro, es posible que Sánchez considere que la Unión Soviética de Stalin -un genocida- no fuese una dictadura. Era tan buena persona el «tío José», como llamaban los conmilitones del doctor Sánchez al asesino soviético. Pero es que hoy en día también se puede ser miembro de la ONU siendo una dictadura. ¿Acaso se cree el doctor Sánchez que Corea del Norte es una democracia?
Pero la prueba del algodón de la mentira de Sánchez en la tribuna más importante del mundo es que España se incorporó plenamente a la ONU en 1955, cuando sospecho que España todavía era una dictadura. ¿O no, doctor Sánchez? Y en ese mismo año entró en la ONU un país que había dejado de ser una dictadura en 1945: Italia. Porque la razón por la que España no entró en la ONU en la primera hora fue por ser considerado un país aliado de Alemania e Italia en la guerra, no por ser una dictadura. Dos cosas completamente diferentes. Y en esa misma Asamblea General a la que se dirigió el doctor Sánchez, el miércoles, el 20 de noviembre de 1975 se guardó un minuto de silencio por el general Franco con los asistentes puestos en pie -con perdón. En esa época el secretario general era Kurt Waldheim, más tarde presidente de la República de Austria, y la Presidencia correspondía a Gaston Thorne, al que Sánchez debe de considerar un peligroso fascista, pero que no pasó de ser primer ministro de Luxemburgo -ya saben, una potencia totalitaria- y presidente de la Comisión Europea -que debe de ser un organismo aliado del fascismo-. Ese día y en honor a Franco, con perdón, la ONU izó su bandera a media asta -como relata con detalle la crónica de la Agencia Efe reproducida en la página 22 de ABC del 21 de noviembre de 1975. Cuando se escucha la intervención de Sánchez se puede percibir cómo al final de las palabras en las que habla de cómo ha terminado con el legado franquista guarda el tipo de breve silencio de quien espera el comienzo de una ronda de aplausos. Mala suerte: ni uno.
Si Vladímir Putin hiciera un discurso en la ONU glosando cómo él ha conseguido acabar con los restos de la tiranía soviética, tampoco conseguiría ni un aplauso. Ni aun siendo Putin. Lo que sucede es que el ruso jamás iría a la ONU ni a ningún lugar fuera de las fronteras de su imperio a hablar mal de ningún antiguo dictador. Tan es así que no lo haría que ni a Putin, ni a Yeltsin ni a ningún opositor relevante se le ha ocurrido proponer la retirada del mausoleo de Lenín de la Plaza Roja. Y ese sí que es uno de los mayores genocidas de la historia de la humanidad. Hay comparaciones odiosas.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete