Una respuesta necesaria

EN una rueda de prensa necesaria para aclarar la opacidad de lo acontecido en relación con la salida de Ricardo Costa de la secretaría general del PP valenciano, Mariano Rajoy ofreció ayer su respuesta política a los interrogantes planteados por el caso Gürtel. Al margen ... del interés del PSOE en prolongar el debate a efectos partidistas, el presidente del PP trató ayer de despejar incógnitas mostrando de nuevo su apoyo incondicional a Francisco Camps, en lo que constituye un intento de dar por zanjadas las tensiones de días atrás, aunque será el paso del tiempo quien determine las consecuencias políticas de la indudable brecha abierta en las relaciones entre Génova y el PP de Valencia. Rajoy explicó las razones que justifican la decisión de relevar de sus funciones a Ricardo Costa y prometió ejemplaridad en la respuesta ante este tipo de situaciones, incluyendo un código de buenas prácticas que puede aportar nuevos enfoques a la transparencia exigible en un Estado democrático. Es cierto que de lo conocido hasta el momento no puede hablarse, en ningún caso, de un montaje para la financiación irregular equiparable a lo que supuso en su día el escándalo Filesa para el PSOE, de la misma manera que Rajoy tiene razón cuando denuncia la utilización partidista que el Gobierno ha hecho de ciertas instituciones del Estado para tratar de aprovechar políticamente el caso Gürtel, realidad que no es incompatible con el reconocimiento de la responsabilidad política de determinados miembros del PP, apartados ya de sus funciones. La opinión pública exige ejemplaridad a sus dirigentes políticos, especialmente en esta época de crisis, y cualquier sospecha de corrupción o comportamiento inadecuado debe ser cortado de raíz, con independencia del derecho de los afectados a ejercer su defensa con todas las garantías propias del Estado de Derecho.

Rajoy cumplió ayer con el deber que le corresponde al presidente de un partido en el que depositaron su confianza diez millones de españoles. El sistema democrático es especialmente sensible a la lucha contra la corrupción, y el presidente del PP dejó claro que la ética pública tiene que ganar la batalla al oportunismo y a la confusión entre cargos públicos y lucro personal. El mayor reproche que cabe hacer a la gestión del PP en este complejo asunto es que la respuesta de los últimos días no se ha transmitido con nitidez, creando un clima de equívocos y suspicacias que sólo beneficia a sus adversarios políticos.

Estamos ante el peor Gobierno de la historia, dijo ayer el líder popular, y lo que importa de verdad a un gran número de ciudadanos es consolidar una alternativa viable frente a la pésima gestión de Zapatero. Si la oposición dedica más tiempo a resolver problemas internos que a ejercer su imprescindible labor de control al Ejecutivo, podrían verse defraudadas las expectativas de muchos millones de personas. Por ello, hay que valorar la intervención de Rajoy, que trata de cerrar un capítulo desafortunado y abrir una nueva etapa, porque lo esencial -más allá de las consecuencias políticas que puedan derivarse de lo ocurrido en el PP estos últimos días- es ofrecer a los españoles una opción sólida y coherente sin enredarse en disputas estériles.

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