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Recuento de bajas y plagios

Pedro Sánchez haría bien en recontar bajas políticas –tanto como plagios tiene su tesis– para darse cuenta de que está prolongando una agonía política en perjuicio de la estabilidad del país

Sánchez, durante la rueda de prensa tras la segunda jornada de la cumbre informal europea de Salzburgo EFE

ABC

Pedro Sánchez estrena el otoño con un gobierno duramente castigado por su inconsistencia interna, las contradicciones continuas, las desautorizaciones entre ministros y el desprestigio personal de su presidente. Nada pasa en vano y un Ejecutivo que acumula dos dimisiones en cuatro meses y con una tercera ministra –la de Justicia, Dolores Delgado – muy tocada, sólo puede ofrecer una imagen de provisionalidad extrema. Además, las irregularidades ya incuestionables en la tesis doctoral de Pedro Sánchez y en el libro posterior que la recogió han anulado el discurso del secretario general socialista por la regeneración y la transparencia. La novedad de este Gobierno ha desaparecido de forma fulminante. Aquel «Gobierno bonito» es hoy un globo pinchado y su presidente, un político amortizado. En la encuesta de GAD3 para ABC un mayoría absoluta opina que no son compatibles los plagios en una tesis doctoral con la Presidencia del Gobierno. Es muy sencillo: no debe presidir el Gobierno alguien que no ha jugado limpio. Si Pedro Sánchez se jacta de estar siempre atento a la ciudadanía y de saber lo que la sociedad quiere y aspira de sus políticos, debería entonces asumir políticamente el veredicto de la opinión pública para convertirlo en un veredicto electoral. Los ciudadanos no se han creído nada de la estrategia de intoxicación de La Moncloa contra las informaciones de ABC: hubo plagio en la tesis de Sánchez, el tribunal que la calificó «cum laude» fue compuesto a su medida y no se mereció esta calificación.

[ Encuesta de GAD3: la mayoría ve incompatible el plagio con ser presidente del Gobierno ]

Así las cosas, perdida la credibilidad en un asunto en el que ha utilizado medios públicos para defenderse (como el recurso del detector de plagios, cuyo resultado bajísimo ha sido denunciado por falso por la empresa que ideó esta herramienta) lo mejor que puede hacer Sánchez es cumplir lo que prometió en la moción de censura contra Rajoy, convocar elecciones. Los ciudadanos le tomaron la palabra y ahora esperan que la cumpla, sin excusas sobrevenidas, ni falsas coartadas, porque los 84 escaños le recuerdan día tras día la imposibilidad de dirigir el gobierno de España sin recurrir a atajos parlamentarios, decretos leyes y diplomacias secretas con separatistas y extrema izquierda. Sánchez haría bien en recontar bajas políticas –tanto como plagios tiene su tesis– para darse cuenta de que está prolongando una agonía política en perjuicio de la estabilidad del país.

El riesgo de una nueva crisis económica ya está en el debate político y en las conversaciones ciudadanas, pero el Gobierno no puede hacer las reformas necesarias para anticiparse a ella. En su lugar, lanza fuegos de artificio, como la reforma de aforamientos, que deslumbran a algunos durante un tiempo, para luego volver a los nítidos perfiles de un Gobierno inviable.

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