Horizonte

Un poco de sentido común, por favor

El propio Gobierno está promoviendo grandes manifestaciones feministas para el próximo domingo

Vivimos una histeria colectiva alentada desde todos los medios de comunicación en respuesta a lo que piden unas autoridades políticas que parecen estar aterrorizadas por la posibilidad de que sean acusadas de negligencia en la forma de afrontar el virus salido del entorno de los ... laboratorios de Wuhan.

Ayer nos anunció el ministro de Sanidad que habrá que cerrar partidos de fútbol. No sabe cuánto lo celebro. Pero el propio Gobierno está promoviendo grandes manifestaciones feministas para el próximo domingo 8 de marzo. Es decir, prohíben los que se reúnen por iniciativa privada, pero no los que lo hacen por iniciativa pública/política feminista. Debe de ser que estos últimos son virginales y puros como Irene Montero y Boti García Rodrigo. Ayer también todos los medios españoles anunciaron con evidente angustia que un profesor de Primaria de un colegio madrileño ha dado positivo. La conexión virus/niños estaba sobre la mesa. Pero la realidad es que hasta la fecha no se conoce en todo el mundo que haya niños contagiados -aunque es verdad que en China la información brilla por su ausencia-. Son los adultos los que lo sufren. Los científicos aportan informaciones y comparativas de muy escaso rigor. Un diario madrileño informaba ayer en portada de «los números que revelan que la Covid-19 es más dañina que la gripe». Cuando uno leía la información en su integridad se hacía la comparativa sobre la base de que «la gripe común, con su número reproductivo de 1,3 causó el año pasado 20 o 30 millones de enfermos en EE.UU.». ¡Hombre! La diferencia entre 20 y 30 millones es sólo de un 50 por ciento... Algo estadísticamente relevante. Pero, sobre todo, en la misma crónica se acaba reconociendo, en palabras del doctor García-Sastre, del Mount Sinai de Nueva York, que «existen de cinco a diez veces más infectados que lo que se está contabilizando actualmente, lo cual reduce mucho su letalidad».

Todo este histerismo se fomenta en una población a la que hemos hecho creer que se pueden vencer todos los males y enfermedades, que tenemos derecho a hacer lo que queramos, cuando queramos y como queramos sin que nada ni nadie pueda impedírnoslo. Este mal hay que compararlo a otros que están mejor identificados. Porque cuando te dan la cifra de muertos por el coronavirus en Italia, nadie te dice los muertos por la gripe común en ese país y en el mismo periodo y con vacunas. Todo esto está generando una psicosis global.

Hace diez días, el consejero delegado de ZIM, una de las 20 grandes compañías de transporte marítimo del mundo, advertía que desde el punto de vista económico «esto es sólo el principio de la crisis». Cuando se produjo la epidemia del SARS en 2003, China representaba el 3 por ciento de la capacidad global de producción. Hoy es el 16 por ciento. Para entender el impacto sobre el comercio, el hombre de ZIM ofrece unos datos muy fáciles de entender. Hoy hay buques portacontenedores atracados en puertos chinos, con capacidad de cargar 22.000 contenedores simples y que están zarpando con sólo siete mil. Al armador de los barcos le puede suponer cada ruta una pérdida de 15 millones de dólares. Pero esos 15.000 contenedores que se quedan en tierra tenían algún comercio esperándolos en Occidente. Y ese negocio también se quedará inactivo. Y todo por una histeria colectiva desatada por un virus que sí, se contagia muy fácilmente, pero no, no tiene un índice de mortandad especialmente preocupante. Un disparate.

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