«El mercado está completamente loco»

Sabemos que una de las razones por las que un país como Corea del Sur (51 millones de habitantes en sólo 100.000 kilómetros cuadrados) está enfrentando mucho mejor que España la pandemia es porque se han hecho tests a prácticamente todo el mundo como forma de aislar el virus antes de que se extendiera como ha ocurrido en España. Aquí, no sólo no había tests, es que hemos comprado tests de pésima calidad que no proporcionan resultados correctos. Nos dicen que nada más se han probado en laboratorio. Puede ser. Pero es mucha casualidad que a la vicepresidenta Calvo le hayan hecho en estos días un test que no dio resultado. El ministro Illa tuvo que reconocer ayer que era cierto lo que decía la Embajada de la República Popular China en Madrid, según la cual los tan necesitados tests rápidos se adquirieron a una empresa que no cuenta con licencia oficial de la Administración Nacional de Productos Médicos de China. Lo que Illa justificó diciendo que «el mercado está desbordado, está completamente loco». Lo que explica por qué necesitamos la intervención del Estado. Porque si el test estuviera fácilmente disponible, simplemente iría a mi farmacia o a mi centro de salud a por él. Cuando el mercado no funciona es cuando es precisa la intervención del Estado. El que no funcione no es una excusa para la incompetencia del Ministerio de Sanidad. Es la única justificación de su intervención. Pero todo es superable. Lo mejor de su intervención fue cuando el ministro explicó que los tests chinos se han comprado a un «proveedor nacional de confianza» y que el Ministerio «hizo comprobaciones sobre la fiabilidad del proveedor». Sospecho que si investigamos un poco más acabaremos descubriendo en las grabaciones nocturnas de las calles del polígono de Cobo-Calleja a enviados del Ministerio de Sanidad buscando chinos que les vendan tests. A ese grado de rigor hemos llegado.

Un test rápido es el que le da a un enfermo un resultado seguro de forma inmediata. O al menos lo más inmediata posible. Pero para un Gobierno que no tiene ni idea de cómo gestionar una emergencia, un test rápido es el que le permite decir a los españoles que han hecho -al fin- miles de pruebas a otras tantas personas. Se creen que la eficacia se demuestra por haber hecho la prueba a un alto número de personas. La realidad es muy otra: se juega con el ánimo de esas personas y se tira el dinero de todos los españoles en tests que no valen para nada.

No hay Gobierno en Occidente que pueda sobrevivir al grado de incompetencia que ha puesto de manifiesto el español con esta pandemia y la forma de enfrentarla. Pero aquí no pasa nada.