Horizonte
La Familia Real no es gente normal
Cuando alguien te dice que es monárquico y le preguntas si lo sería con un mal Rey, casi todos responden que no. En España casi no hay monárquicos
Cuando el Rey afirmó en el discurso de su proclamación que cabía exigir a la Corona «una conducta íntegra, honesta y transparente» sabía muy bien de lo que hablaba. Al Monarca se le exigía mucho más que al común de los mortales. Por eso es ... tan ilusorio querer dar con frecuencia la imagen de que la Familia Real «es gente normal». No lo es de ninguna de las maneras. Y no puede serlo. A la gente corriente se le aplica, por ejemplo, el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que establece que «a los parientes del procesado en las líneas directa ascendente y descendente, su cónyuge o persona unida por relación de hecho análoga a la matrimonial (…) el juez instructor advertirá al testigo que se halle comprendido en el párrafo anterior que no tiene obligación de declarar contra el procesado». A la Familia Real no sólo no le permite eso el común, es que ahora atacan al Rey por no haber denunciado a su padre hace un año. A mí me gustaría saber cuántos españoles hubieran ido a un juzgado a denunciar dineros tal vez mal habidos por su padre. Y cuántos hubieran renunciado a todo, lo lícito y lo ilícito, si lo hubiese.
En España tenemos una doble moral que la genialidad popular convertía el miércoles en un meme muy acertado: «Toda España, y los catalanes más, en espera de que los hijos de Jordi Pujol renuncien a la herencia de su padre y se le quite la pensión de jubilación». Pero a nadie se le ocurre ahora pedir que los «misales» de Marta Ferrusola se les de uso público para comprar mascarillas contra el coronavirus. Ellos robaban para una «buena» causa: la ruptura de España. Y saben que la debilitación de la Corona es fundamental para poder acabar con la unidad de España. Es decir, con España misma.
Tengo escrito en estas páginas que uno de los errores del reinado de Don Juan Carlos fue el de no promover la cultura de lo que es la Institución Monárquica, sobre la que se basa nuestra Constitución. Don Juan Carlos siempre identificó la institución con su enorme popularidad personal. Lo que funcionó muy bien, hasta que dejó de hacerlo. En España durante sus cuarenta años de reinado no se estableció ni una cátedra sobre la Monarquía en ninguna de las ochenta universidades -públicas y privadas- del país. En poco más de un lustro de reinado, Felipe VI ha empezado a dar pasos para cambiar eso. Pero lleva tiempo. El daño que causan asuntos como el que ha motivado la pública ruptura entre el Rey y su padre es inmenso porque no hay una identificación de la Corona con una institución, sino con una persona. Cuando alguien te dice que es monárquico y le preguntas si lo sería con un mal Rey, casi todos responden que no. Lo que demuestra que en España casi no hay monárquicos. La virtud de la Institución Monárquica está por encima de las personas y del Monarca de cada momento, ya sea un hombre o una mujer. Pero aquí sólo identificamos a la persona. No a la institución.
En España, desde la instauración de la dinastía Borbón con Felipe V en 1700 no ha habido ni un Rey que haya nacido y muerto en territorio nacional sin haber pasado por el exilio. Unos vinieron del exilio o de reinar en otros reinos, otros partieron al exilio. En ese exilio el Rey depuesto tenía que vivir de sus propios haberes y de la generosidad de sus leales. Con esta pauta histórica en la cabeza, el gesto de renuncia a la herencia de su padre de Felipe VI es doblemente valioso. Porque si el acoso que algunos practican alcanzara su objetivo, Dios no lo quiera, me permito apostar a que el Rey no recibirá una pensión de la Seguridad Social. Y un Rey sabe que muchos de los agradecimientos que recibe en el ejercicio de su cargo son gratitudes bastardas.