Horizonte

Coronavirus: no todos somos iguales

Hoy a las Reinas se las besa incluso cuando hay un riesgo mundial del nivel del Covid-19

Permítanme testimoniar mi experiencia. En la última semana he restringido mucho mis encuentros con terceros ante la amenaza del coronavirus. He cancelado tres comidas y una cena, me fui al campo el pasado fin de semana en la seguridad de alejarme del contagio. El pasado ... martes mi director me mandó irme a trabajar desde mi casa. El miércoles a última hora salí por razones de trabajo para ver a una persona en su domicilio particular. Cuando regresaba a casa sobre las 22.30 me di cuenta de que tenía fiebre. Lo confirmé al llegar: 38,3. Llamé el número que ha indicado la Comunidad de Madrid 900 102 112. A los diez minutos de no tener respuesta me fui a dormir con un ibuprofeno aunque mi hija insistió otros 24 minutos. A las 6.30 de la mañana de ayer me desperté con una tos intensa y seca. Tenía 37 grados de temperatura. Volví a llamar al teléfono que facilita la Comunidad de Madrid. Tras 53 minutos de espera a ser atendido, me someten a un cuestionario. Aclaro que no he ido ni a China, ni a Italia ni al Corredor del Henares en las últimas semanas. Pero explico que en razón de mi trabajo me encuentro con múltiples personas y que soy diabético tipo I que es grupo de riesgo. Mi interlocutora me indica que a ellos no les han dado ningún grupo de riesgo «ni siquiera embarazadas» aclara y termina diciéndome que puedo hacer vida normal.

Como soy un tanto cabezota me voy a la Clinica de la Universidad de Navarra, donde me consta que pacientes privados se han hecho la prueba la víspera con normalidad. La doctora que me atiende me dice también que no me va a hacer la prueba. Pasa por sus manos mi acompañante -que también aspiraba a lograr un diagnóstico- y la doctora le confiesa que casi seguro que yo tengo coronavirus, pero que tienen que esperar a que esté un poco peor para que se justifique hacer la prueba porque se están quedando sin medios para hacerla. Debe de ser que hay que esperar a tener la fibrosis bien asentada en los pulmones. No tengo palabras.

Mientras yo intentaba llevar una vida lejos de todo riesgo de contagio, todos hemos visto cómo el Gobierno casi en pleno asistía el pasado domingo a la manifestación del 8-M donde el riesgo de contagiarse era más que evidente. Fueron allí porque les dio la gana. Pero para todos ellos sí había medios previstos para hacerse la prueba del coronavirus. Antes de eso ya vimos a Irene Montero besando a la Reina, porque hoy en día resulta que a las Reinas se las besa incluso cuando hay un riesgo mundial del nivel del Covid-19.

Finalmente ayer por la tarde conseguí hacerme la prueba en el Ruber Internacional. La doctora que me recibió me indicó que mi tos era propia del coronavirus y me aclaró que carecen de la capacidad de los laboratorios de la sanidad publica y los resultados tardarán varios días. Como para haber esperado a empeorar para que me lo hiciesen.

A una persona como yo, que trabajo en una redacción con unas 170 personas dentro, con el consiguiente riesgo de contagio, en la sanidad publica me dicen que puedo hacer vida normal. Con datos como estos cuesta mucho creerse las estadísticas que da el Gobierno. Parece como si se procurase frenar la constatación de los números reales. Y con estos antecedentes, a quién puede sorprender que el Ibex 35 cerrase ayer tras la declaración de Sánchez con el mayor descalabro de su historia. Y tuvo el valor de decir que garantizaba en todo momento el suministro de los medios necesarios para combatir el virus. Con un par.

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