Perdigones de plata
El dichoso pin
La sucursal bancaria dejó de ser ese lugar amable donde conocían tu nombre para convertirse en una fría nave espacial
Los viejos nunca interesaron y se les consideró casi siempre un estorbo. En los últimos lustros fingieron preocuparse por ellos, de ahí que empleasen eufemismos ridículos tipo ‘la edad de oro’. Esto no era sino un ardid bastardo para hacerles la pelota y venderles mantas ...
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