Perdigones de plata
El chute del miedo
Lo que a uno le causa pavor son los socios de Sánchez tan de colmillo sangriento. Al final será verdad que el miedo es libre
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Iniciar sesiónSi a finales de los ochenta los garitos suponían la tierra prometida donde se fumaba y se bebía sin mesura, sus cuartos de baño eran la rebotica del pecado donde la gente practicaba el movimiento de la guitarra eléctrica bajo la lluvia de los paraísos ... artificiales. Claro que, tanto desparrame, en fin, cobró cruel peaje.
Pero no faltan los supervivientes de aquel tiempo esponjoso, chalado. Me crucé con uno de esos veteranos anteayer. Mantenía un punto disparatado en la mirada. Gastaba traje de gama media y una corbata roja cuya punta lamía el inicio de su huevada. Podríamos decir de él lo mismo que de Keith Richards; esto es, que el día de mañana debería de donar su cuerpo a la investigación científica para que estudien el milagro de su resistencia. No alcanzó, ese tipo, las cotas de Ozzy Osbourne cuando, según narra Neil Strauss en «Los trapos sucios», coincidió con los descerebrados de Mötley Crüe para improvisar un desafío cafre. Ozzy necesitaba dominar el universo de los malotes, acaso por una cuestión de honor cavernícola, por eso, ante los desmanes etílicos de la banda, se arrodilló para esnifar una hilera de hormigas. No consta que los animalistas se quejasen de tal masacre, pero desde luego los de Mötley Crüe reconocieron la supremacía criminal de Ozzy. El tipo al que me refiero conquistó cierta notoriedad noctívaga gracias a sus excesos. Inauguraba el festival el viernes y finalizaba la travesía el lunes. Se me antojaba extraño que la industria de Pablo Escobar no le hubiese nombrado cliente de la década. Tampoco mostraba remilgos hacia las pastillas de subidón-subidón. Intercambié varias frases con él hasta que vomitó un discurso apocalíptico contra las vacunas del Covid. Dice que no se la piensa poner porque... le da miedo. Media vida consumiendo porquerías y ahora le aterra el chute de la ciencia. Lo que a uno le causa pavor, en cambio, son los socios de Sánchez tan de colmillo sangriento. Al final será verdad que el miedo es libre.
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