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Rajoy necesita un bicho

PROPONÍA ayer Ignacio Camacho una sagaz comparación de Rajoy con uno de aquellos vaqueros bondadosos y cachazudos, al estilo de James Stewart, que protagonizaron tantas películas del Oeste: muchachos de apariencia dócil a los que bandas de pistoleros malencarados convertían en diana de sus burlas, ... hasta que les «hervía el radiador», desenfundaban el revólver y se liaban a tiros. Hasta la fecha, sin embargo, Rajoy sólo ha disparado un tiro, que ha derribado a Ricardo Costa, a quien en la película corresponde un papel poco reseñable, más o menos el de un tahúr lechuguino, a la vez ingenuo y exasperante, que con sus aspavientos e insistencias acaba haciéndole perder la paciencia al protagonista; y que, una vez derribado sobre el suelo del saloon, descubrimos que ni siquiera iba armado. Descubrimiento que, a la postre, no hace sino acrecentar la mala conciencia del protagonista; mientras, envalentonados, los pistoleros malencarados se burlan de su más que discutible hazaña.

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