Rafael M. Mañueco - Enfoque
Putin y el legado de la victoria
75 años de la derrota del nazismo

El presidente Vladímir Putin por fin ha conseguido tener su desfile conmemorativo del 75 aniversario de la victoria sobre el nazismo, algo sagrado para él porque aquel legado constituye uno de los ejes ideológicos de su política. Y no solamente por lo que tiene de ... merecido homenaje a los millones de soviéticos muertos en la II Guerra Mundial, sino también por la componente militarista e intimidatoria que tiene la exhibición de tanta maquinaria bélica. Y ello pese a que todavía no se ha visto ninguna de las armas «invencibles» de las que presume y a que su arenga fue ayer más conciliadora de lo acostumbrado. Esta gran parada militar en el incomparable y majestuoso marco de la Plaza Roja de Moscú debió tener lugar el pasado 9 de mayo, pero lo impidió la pandemia del Covid-19. No es que ahora esté ya erradicada la enfermedad. El goteo de infectados en Rusia, aunque ha disminuido significativamente, se mantiene por encima de los 7.000 diarios y sigue habiendo muertos.
Pero había que mostrar a la ciudadanía propia y al mundo que Rusia sigue siendo una superpotencia, al menos en lo armamentístico. Se hacía urgente irradiar normalidad a una semana del 1 de julio, fecha señalada para la votación de las enmiendas constitucionales que, de ser aprobadas, dejarán a Putin la puerta abierta para permanecer en el poder hasta 2036. Mejor fecha que el 24 de junio para mostrar poderío no se podía haber encontrado. Ese día de 1945 fue cuando, tras ganar la guerra, el Ejército Rojo desfiló en la Plaza Roja ante la mirada de Stalin. Soldados y oficiales arrojaron al suelo adoquinado de la enorme explanada los estandartes arrebatados al enemigo derrotado.
Ahora, sin embargo, parece pesar más la actual realidad de una Rusia hostil con sus vecinos, con Georgia y Ucrania, ya que ayer en la Plaza Roja no estuvo presente ni un solo líder de las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial. Acudieron solo los presidentes de seis países y todos ellos, a excepción del serbio, de antiguas repúblicas soviéticas fieles a Moscú.
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