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La tercera

Quiniela para el 10-N

«Seguro solo es que Pedro Sánchez no se rendirá. Y si en Wall Street aseguró a los inversores internacionales que no teman por su dinero en España, aquí es capaz de ofrecer a Casado un gobierno de coalición, si ve en peligro el Falcon, las cumbres de dignatarios y el colchón de La Moncloa. Lo dudoso es que Casado lo acepte. Así que otras elecciones en 2020»

José María Carrascal

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Resulta temerario apostar a dos meses vista, pero el tema es tan crucial y la inquietud tan grande que hay que hacerlo, para eso le pagan a uno. En mis años de corresponsal en Estados Unidos desarrollé una fórmula para adivinar el ganador de las ... elecciones presidenciales que rara vez me falló. Consistía en observar minuciosamente las convenciones de los dos grandes partidos para elegir candidato, pero más que a estos, a lo que había detrás de las bambalinas, para enterarme de cómo había logrado la victoria. Si era fácilmente o con dificultades, con lucha o sin ella. Y comparando a los dos finalistas, elegía al que menos trabajo le había costado, es decir, el que menos sangre había derramado. Que resultaba, como he dicho, casi siempre el ganador. Mientras que al que le costara Dios y ayuda llegar a la batalla final por la presidencia, dejando tras sí un montón de cadáveres (políticos, desde luego), perdía. La norma, aunque burda, tiene, muchísimo sentido común: si a un partido le cuesta tanto trabajo ponerse de acuerdo en elegir líder, mal podrá hacerlo sobre los asuntos que conciernen al conjunto de la nación. Visto desde otro ángulo: un candidato que es discutido por buena parte de los suyos difícilmente logrará el apoyo necesario para gobernar el país.

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