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Editorial ABC

El PSOE paga su peaje a Bildu

Tratar a Bildu como a un «partido más» es una perversión política que pone en cuestión la ética pública con la que actúa Ferraz

ABC

El regalo que el Partido Socialista de Navarra ha hecho a Bildu entregándole la alcaldía de Huarte, una población de 7.000 habitantes lindante con Pamplona, demuestra que el Gobierno constituido hace un mes por la socialista Chivite tenía un precio que ya se empiezan a cobrar los proetarras. Pero acredita algo aún peor: que el PSOE prefiere mantener tratos indignos con Bildu a facilitar gobiernos constitucionalistas allí donde el nacionalismo excluyente y el independentismo batasuno pretenden convertir a Navarra en un simple anexo del País Vasco. Los datos son objetivos y no dan lugar a muchas interpretaciones: Chivite es presidenta de Navarra gracias a Bildu; los proetarras están en la mesa del Parlamento Foral gracias a los socialistas; y si hay un alcalde bildutarra en Huarte es gracias a la irresponsabilidad de Ferraz, que ha consentido que su anterior alcaldesa, Amparo López, no haya sido sustituida por otro dirigente del PSN tras su salto al Gobierno Foral. En el colmo de la hipocresía política, resulta delirante que el PSN diga públicamente que Huarte tiene ahora un primer edil batasuno porque a los socialistas no les «ha dado tiempo» a buscar un relevo para Amparo López. No cabe una excusa más absurda.

Además, el socialismo hace un flaco favor a su propio concepto de la «memoria histórica» porque está cediendo ante un partido como Bildu, que jamás ha condenado el terrorismo de ETA y que siempre ha justificado el asesinato de dirigentes políticos, incluidos los socialistas, con el añadido de una humillación sistemática a las víctimas. El PSOE tiene una memoria histórica lamentablemente selectiva, y parece importarle poco el daño que causa a los familiares de muchos militantes socialistas que fueron perseguidos, mutilados y asesinados por ETA. Tratar a Bildu como a un «partido más», por muy legalmente constituido que esté, es una perversión política que pone en cuestión la ética pública con la que actúa Ferraz a la hora de cerrar sus acuerdos de gobernabilidad. Más aún, si después pretenden presentar a UPN, el PP o Ciudadanos -los partidos a los que el PSOE ha impedido acceder al Ejecutivo Foral- como los culpables de que Sánchez no sea investido presidente del Gobierno.

La doble moral del PSOE en este sentido resulta estremecedora porque Bildu y Arnaldo Otegui, por muy blanqueados que pretendan quedar gracias al PSOE y al PNV, son los herederos de una banda terrorista. Son los albaceas de cuatro décadas de pistolas y bombas, de secuestros y extorsiones, y de funerales de dirigentes del PSOE que empiezan a caer en el olvido de su propio partido. No todo puede valer, y Sánchez, como María Chivite, debería rectificar, corregir el error cometido y pedir perdón por no haber sabido diferenciar qué partidos condenan en España los asesinatos terroristas, y qué partidos se jactan de haber logrado el poder a costa de ellos.

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