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En su propia trampa

Los palos que empieza a recibir de todas partes le advierten de que va por mal camino

José María Carrascal

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El gran error de Pedro Sánchez fue creer que cuantos apoyaron su moción de censura le apoyaban a él. Nada más lejos de la realidad. Lo que apoyaban era echar a Rajoy. Una vez logrado, cada cual volvió a su rollo, que ni de lejos ... coincide con el suyo. Incluso Iglesias, el más cercano ideológicamente, busca cargarse al PSOE para convertirse en referencia de la izquierda. De los secesionistas, no hablemos. Lo han dicho por activa, pasiva, perifrástica, incluso en lenguaje de sordos: ellos quieren un referéndum de independencia, ni más ni menos. Y no pararán hasta obtenerlo. Les importa un bledo lo que diga la Constitución, los tribunales, los jueces o los Siete Sabios de Grecia, no renuncian a ello ni se les compra con dinero, cargos o concesiones. Al revés, cuanto más se les da, más piden. Creíamos que, a estas alturas y tras tantas malogradas experiencias, nuestros políticos lo habían entendido, Pero no, admitiendo de entrada que Cataluña es un caso político, no judicial, Pedro Sánchez no hizo más que abrirles el apetito, aparte de cometer una barbaridad: en democracia, toda cuestión política es también jurídica, pues si no se ajusta a Derecho, no sería democrática. Pero no, don Pedro abre una nueva era en la que la razón política prevalece sobre la legalidad. Bueno, tan nueva no es: vienen practicándola todos los dictadores.

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