Las probabilidades de Madrid 2016
DE buenas ganas me uniría al coro de deportistas, políticos, famosos y españoles anónimos que claman por los Juegos Olímpicos de 2016 para Madrid. Pero el deber profesional me obliga a expresar mis serias dudas de que se logre. Y no porque Madrid haya sido ... evaluada con inusitada dureza por el equipo inspector del Comité Olímpico, ni porque figure la última en la lista de apuestas, ni porque Obama se haya convertido en el hombre-anuncio de Chicago, sino por algo bastante más simple, pero contundente: la rotación continental. Veinticuatro años siguiendo desde dentro de la ONU la escena planetaria me han enseñado que una de las contadas normas que se respetan en ella es la alternancia geográfica. Dividido el planeta en zonas, existe una ley no escrita, pero estrictamente respetada, de que cargos y eventos deben sucederse por rotación entre ellas. Si la Presidencia de la Asamblea General o la Secretaría General de la ONU recaen en Asia, le tocará luego a América, a Europa, a África, a Oceanía, por turno riguroso, excepto en circunstancias excepcionales. Entendiéndose por ellas que una de las superpotencias -Estados Unidos y la Unión Soviética en mis tiempos de la ONU- no echara toda la carne al asador para saltarse el turno. Pudiendo ocurrir que la otra lo aceptase a cambio de otro favor, o se opusiera, armándose la de San Quintín. Hoy, con sólo una superpotencia, compitiendo además por los JJOO de 2016, lo tenemos doblemente difícil: por un lado, competir con Estados Unidos. Por el otro, que sea Londres la sede de los Juegos en 2012. Tendrá que ocurrir un auténtico milagro para que estos volvieran a Europa ya en 2016.
Es verdad que el Comité Olímpico Internacional no es Naciones Unidas y que el mundo ha cambiado mucho desde que yo dejé el Room 301 de la torre de cristal frente al East River que todo el mundo toma por la ONU y en realidad es su Secretaría General (Asamblea General y Consejo de Seguridad están en los dos edificios bajos adjuntos), donde tenía el despacho. La Unión Soviética ha desaparecido, China e India apuntan como próximas superpotencias, Brasil adquiere cada día más peso específico en la arena internacional y ésta se ha hecho mucho más movida y diversificada. Pero no creo que las reglas básicas que la rigen hayan cambiado mucho en la política ni en los deportes, que tienen cada vez más en común, como demuestra que la designación de sedes de futuras olimpiadas se haya convertido en cumbre no demasiado amistosa de Jefes de Estado. Todo juega, en fin, contra Madrid. Pero nada celebraría tanto como equivocarme. Y no sólo porque significaría el reconocimiento de que aquel «poblachón manchego» de antaño se ha convertido en una metrópolis de rango mundial, sino también porque nos demostraría que algo ha cambiado de verdad en el mundo.
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