Andrés Calamaro - Tribuna abierta
La posibilidad del infinito
«Respetemos la identidad del toro bravo, que es la del pueblo y la del campo. Que sigan naciendo en el campo vivo y muriendo como elegidos en la plaza»
Andrés Calamaro
Los buenos defensores de los animales tendrían que discernir entre la crueldad y la ganadería, entre el abandono y la dehesa silvestre, entre el cautiverio y la raza. Todos somos animales, las cucarachas también lo son, pero los «animales personas» somos culturales. En un siglo ... somos un siglo de poesía, de canciones, de derechos civiles, de ciencia y desarrollo. De las especies animales es la humana la que está en peligro constante, somos los vulnerables.
De las «especies animales no humanas» es el toro bravo el privilegiado. La tauromaquia les da vida a estos ejemplares, que viven hasta cuatro años en el hábitat natural, cuidados y alimentados, lejos del ciclo agropecuario de la industria de la carne. No son animales de nueve meses -como sardinas- en un camión a los mataderos, ni son pollos en la vigilia, ni patos enterrados y engordando, no son plagas exterminadas, ni hormigas fumigadas. Los buenos defensores de los animales deberían luchar por los animales, y es lo que hacen, pero sin apuntar a la tauromaquia, porque es el sublime ensamble entre la voluntad humana y la especie morfológica. Porque la ganadería específica es el último reducto natural para esta raza de ganado, ni los océanos son un habitáculo tan seguro y ecológico. La ganadería sostiene la vida, no siembra la muerte, es el episodio cultural del toro, nacer. Abolir la practica de la tauromaquia es sacrificar toda una especie. Para empezar habría que sacrificar decenas de miles de animales, o regalarlos al matadero de carne, entonces las ganaderías sustentables no serían ganaderías indispensables, y todo ese terreno natural sería obsoleto sin la crianza de novillos y becerras. La ganadería brava es ejemplar, sostiene la vida de más especies animales y vegetales. Casi cualquier otra actividad relacionada con animales es más preocupante y más letal, responde a intereses comerciales industriales, y al puro negocio empresarial.
Llama la atención que un colectivo de gente honesta sea funcional a la explotación masiva de animales (y personas), enfocados ellos en discutir la existencia de la práctica taurina. Pero los toros quieren nacer y vivir cuatro años, es el derecho de esta ganadería específica. No existen bovinos adultos, viven lo justo para el sacrificio industrial precoz. Respetemos la identidad del toro bravo, que es la del pueblo y la del campo. Que sigan naciendo en el campo vivo y muriendo como elegidos en la plaza. El nombre de un país y una raza (sublimada) que se extingue. El toreo es una ciencia de caudal cultural completo y único. Como toda ciencia puede oponerse a cortes morales o religiosos, pero descubre que no somos el centro del Universo, para disgusto insólito de quienes no se ofrecen a la posibilidad del infinito. Ni pisaron una plaza.
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