Perfil del aire
La plaza es mía
La plaza es mía, dicen una y otra vez para que el mantra cuaje en verdad indiscutible
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónUna luz finísima, tamizada por el filtro de los siglos, va dorando la piedra inerte que conforma el paisaje cubista de los pueblos que salpican la Toscana. Apenas hay turistas en este remanso de silencios que adormecen el aire. La tarde se queda suspendida en ... el rosa de un cielo que cae suavemente sobre los ocres de las casas, sobre el color tostado de las tejas. En una plaza desierta, la memoria nos devuelve la escena de una película inolvidable. En Cinema Paradiso, un loco se encarama a su propio delirio para echar a los paisanos que salen del cine y ocupan la plaza. Los echa con un grito repetido.
¡La plaza es mía, la plaza es mía!
Entonces sonreímos al recordar la película que hemos visto tantas veces, y se nos viene al hilván de la analogía la actitud que nuestro mester de progresía exhibe sin pudor alguno, como el tonto del pueblo donde el tiempo ejerció de carcoma para derribar el Cinema Paradiso. Nuestra izquierda pensante y arrogante dice lo mismo en cuanto tiene ocasión de denunciar un problema o de enfrentarse con los enemigos que lo han originado. La plaza es mía, la plaza es mía… Quiten la plaza y pongan la inmigración, la ecología, el feminismo, la justicia social, la democracia o la libertad. Todo es suyo. Aquí no hubo cristianismo que cambió el poder omnímodo del terror por la piedad y la compasión, ni Revolución Francesa donde la burguesía pudo meter la cuchara para sacar los derechos que nos acompañan desde entonces. Unos derechos cuya ausencia no vio esa izquierda en el paraíso estalinista, ni ve en el islamismo radical que apedrea las libertades -sobre todo las que ejercen las mujeres- en el sentido literal y mineral de las piedras.
Estas propiedades se las adjudicó la izquierda sin necesidad de inmatricularlas, como tuvo que hacer la Iglesia con sus bienes para que esa misma progresía la critique ahora. La Iglesia Católica, se entiende, que de las mezquitas no hablan nunca como no sea para reivindicar su construcción en los países de raíz cristiana, mientras callan ante la prohibición de erigir templos cristianos en los estados de dominación islámica. Estas propiedades intelectuales se las quedó la izquierda cuando se le cayó encima el Muro de Berlín. Hasta entonces nos prometían el edén al otro lado de aquel telón de acero que protegía a los países comunistas del virus capitalista. Nunca nos explicaron por qué ellos querían venir a nuestro infierno, mientras nadie de este lado se asomaba a semejante oasis comunista. Se les cayó el muro, aunque sería más correcto afirmar que lo derribaron los que estaban hartos de un régimen dictatorial donde la falta de libertades se veía correspondida con la miseria económica.
Como ya no pueden exhibir ese argumento marxista, ni prometer el cielo en este mundo con un sistema económico distinto, la izquierda abandera todas las causas que le permita tachar de inhumana a la derecha. Da igual que Chernobyl estuviera al otro lado del telón de acero, que las mafias trafiquen con los inmigrantes, que la mujer haya alcanzado sus más que inalienables derechos en las democracias burguesas que tanto odiaban. La plaza es mía, dicen una y otra vez para que el mantra cuaje en verdad indiscutible. Siempre les quedará un Salvini para que los salve después de su fracaso berlinés. Y una legión de incautos que ignoran la historia porque les resulta más cómodo apuntarse a la revolución de tuiter. La plaza es mía. Lo dice el tonto de Cinema Paradiso, y lo repiten los listos que prometen ese paraíso que nunca existió.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete