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Lo peor

Hacia el enfrentamiento civil, no solo en Cataluña

Agentes de los Mossos frente a la manifestación independentista este sábado en Barcelona EP
Hermann Tertsch

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Pedro Sánchez ha vuelto ya de ese viaje que se montó para conocer mundo con su mujer. Que nunca se sabe lo que va a durar esto. Volvió porque no tuvo la ocurrencia de irse con doña Begoña a un concierto de Beyoncé en Japón. « ... Ya que estamos aquí al lado». No habría sido razón de menos peso que la que le llevó, tras la visita blandita a Justin Trudeau y su torpe letanía ante la Asamblea General de la ONU, a un largo salto hasta California con la agenda propia de un secretario de Estado belga. Con viajes tan relajados, parecería que, en el país cuyo Gobierno preside, la vida política languideciera dulcemente como en una amable Suiza. Y no es así. Porque en España arrecian las voces que dicen que Sánchez no puede gobernar en estas circunstancias. Que tiene que convocar elecciones generales de inmediato. Porque hay retos a la nación que no puede asumir. No entenderlo tendría consecuencias lamentables en lo político y económico pero trágicas en lo humano. Sánchez ya habrá visto las imágenes de separatistas convertidos en un brutal somatén urbano que acosa y agrede por las calles a policías y guardias civiles desarmados que defendían sus derechos laborales. Cuando intervinieron finalmente los Mozos la tragedia parecía ya inminente.

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