Tiempo recobrado
Kafka en la Seguridad Social
Ya lo tengo claro: no existo para la Seguridad Social

El 4 de mayo cumplí 65 años y decidí jubilarme. Poco podía imaginar el calvario que me esperaba. Ingenuamente desconocía que la Seguridad Social ha levantado no sólo un muro que hace imposible cualquier comunicación con sus funcionarios sino que también imposibilita cualquier tipo de ... gestión personal. Es una Administración virtual que ni está ni existe ni responde.
Paso a contar mi experiencia a lo largo de estos dos meses, que es la historia de una frustración. Como decía, tras más de 40 años de cotización, había tomado la decisión de acogerme a la jubilación activa, que permite cobrar la mitad de la pensión sin renunciar a seguir trabajando sin limitación alguna.
Lo primero que intenté fue pedir cita previa, lo cual no fue posible porque la Seguridad Social no atendía al público por el efecto de la pandemia. En su web, hacía constar que las gestiones urgentes podían hacerse por teléfono o accediendo a la plataforma digital.
El teléfono estaba bloqueado y, cuando accedías al servicio, un robot te formulaba una serie de preguntas. Cuando llegabas al final y creías superada la prueba, una voz anónima te indicaba que tenías que recurrir a la plataforma digital, que por cierto necesita una clave que no es fácil de obtener y que no suele ser compatible con el sistema operativo de tu ordenador.
Como dispongo de esa clave desde hace meses, accedí sin problemas al portal digital de la Seguridad Social. Pero me encontré con una nueva sorpresa: el sistema me indicaba que no podía calcular mi pensión. Por lo tanto, opte por no seguir rellenando el complejo formulario para pedir la jubilación activa.
El día 25 de junio la Seguridad Social reanudó la atención al público. Ya era posible pedir cita previa. Lo intente todos los días a todas las horas, pero el sistema estaba bloqueado. Imposible.
Decidí pasar unos días en Miranda de Ebro, mi ciudad natal, donde la Seguridad Social posee un moderno edificio. Me presenté en la puerta para pedir cita previa y me respondieron que tenía que ser por la web. Como me puse muy pesado, una eficiente funcionaria salió a ayudarme a concertar la cita: el viernes 3 a las doce y veinte. Ya me advirtió de que allí no realizaban ningún tipo de gestiones, pero sí que me podían informar.
Llegado el momento, me hallaba en la cola de las dependencias cuando sonó el teléfono. Mi interlocutora se identificó como funcionaria del organismo y me indicó que la atención era telefónica y no presencial. La pregunté por la cuantía de mi pensión y me respondió que lo tenía que solicitar por correo electrónico a la delegación de Burgos.
Lo más curioso es que un técnico de Burgos me había recomendado que lo hiciera en Miranda. Y en Miranda me volvían a enviar a Burgos. No me sorprendió porque el servicio telefónico me había remitido a la web, la web a la cita previa y la cita previa al teléfono. El círculo se cerraba. Ya lo tengo claro: no existo para la Seguridad Social.
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