El mercado del gas necesita tiempo

Rusia, a través de los cuatro gasoductos principales que unen sus yacimientos con Europa suministró en 2020 155 BCM, un volumen inferior, quizás justificado por la pandemia, a los suministrados en años anteriores. En 2021, sobre todo en el último trimestre, pese a la recuperación de la demanda, y quizá pensando en que precios más altos le ayudarían a financiar la planificada invasión de Ucrania, redujo aún más su suministro. Lo que es peor, el volumen de gas disponible en los almacenamientos controlados por Gazprom en Alemania se situó en el nivel más bajo de los últimos años. La demanda de gas sube notablemente en invierno debido al consumo para calefacción, por lo que el volumen almacenado a finales de octubre y primeros de noviembre es relevante para determinar la evolución de los precios durante el invierno. Poco gas almacenado y menores suministros provocaron una espectacular subida de los precios del gas, sobre todo porque los suministros alternativos debían proceder del mercado de GNL que, como hemos visto, con un tamaño de 490 BCM, apenas representa el 13% del mercado mundial. Es un mercado en el que la oferta disponible se la disputan Japón, China, Corea del Sur y Europa. Cuando la escasez relativa hace que los precios europeos sean más altos somos capaces de importar más gas; en caso contrario el gas disponible navega rumbo a Asia. El resultado ha sido un precio del gas hoy en Europa de 100 euros por MWh, algo inimaginable por nunca visto.

A la vista de lo anterior, se entienden mejor las decisiones anunciadas por el canciller alemán: construir dos plantas de regasificación para poder importar GNL, obligar que todos los almacenamientos se encuentren llenos al menos al 80% de su capacidad al inicio de la temporada invernal y, finalmente, intervenir la filial alemana de Gazprom. Para los admiradores de Alemania queda la pregunta, no sólo sobre el exceso de dependencia del gas ruso, sino cómo se ha permitido amplificar el poder monopolístico de Gazprom dejando que manipule el volumen de gas almacenado.

A corto plazo Europa no puede prescindir del gas ruso por tubería. No es posible redireccionar de la noche a la mañana el 30% del mercado mundial de GNL ni existe en Europa la infraestructura necesaria -plantas de regasificación y gasoductos- para absorber semejante volumen. La solución requiere tiempo: el mercado mundial de GNL crece al 7% acumulativo anual, sobre todo por las aportaciones crecientes de Estados Unidos. En cinco años contaremos con unos 200 BCM adicionales en el mercado, teóricamente suficientes para reducir de forma drástica la dependencia de Rusia. Pero no estamos solos en el mundo. En esta década se espera que las importaciones de China e India de gas se incrementen en aproximadamente 250 BCM. El mercado internacional de gas seguirá en tensión en los próximos años. Cuanto antes reduzcamos la demanda para la generación eléctrica, mejor. No cerrar nuestras centrales nucleares -a diferencia de Alemania- y acelerar la inversión en renovables es la dirección adecuada a seguir.

* Nemesio Fernández Cuesta es técnico comercial y economista del Estado, ex secretario de Estado de Energía.