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Mosca

ERA yo un joven profesor de instituto (no había cumplido los veintinueve), cuando me sumé a la aprobación plebiscitaria del Estatuto de Autonomía del País Vasco. Acababa de tener un hijo, y creía que el voto afirmativo en el referéndum del 25 de octubre de ... 1979 contribuiría a que, llegado aquél a mi edad de entonces, conociera un entorno más amable, pacífico y libre que el que me había tocado sufrir. Acerté el pleno. Mi hijo mayor, a sus treinta años, vive feliz en China. Recibió una esmerada educación en eusquera, y hoy enseña español en una amable ciudad junto al Pacífico, donde se siente más libre que en la dulce Bilbao.

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