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Mohammadi

Ya no puede haber nada mejor en este Mundial

Selección española frente al partido contra Irán ABC
Luis Ventoso

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La selección española ha llegado a Rusia con sus artistas un poco baqueteados por el maratón de bolos que afrontan durante la temporada (en España ya hay fútbol todos los días). Encima, tras la chapuza mundial –nunca mejor dicho– de Lopetegui y Florentino, nos ha caído encima un seleccionador que tiene una experiencia en su oficio similar a la de Bustamante tocando el fliscorno. Con este panorama, solo cabe refugiarse en el tiki-taka –los pases laterales ad infinitum – y confiar en que entre marrullería y pillería Diego Costa enchufe algún rosco, aunque sea de rebote. Pero dicho esto, mejoraremos.

Irán lo ha sido todo en la exportación de pistachos, pero en fútbol... Sin embargo a ratos hicieron sudar a España. El partido era de esos que te llevan a agotar raudo el bol de cacahuetes y la lata de birra, es decir, un muermo. Los nuestros ganaban 1-0, jugaban paseando y mareaban el balón para que corriese el tiempo. En cambio los iraníes, tal vez sabedores de cómo te puede recompensar el régimen si pinchas, lo daban todo en busca del empate. Por fin, ya en el descuento, llegó lo que será el gran momento friki de este Mundial, un lance insuperable, inédito en las canchas de élite. El rocoso lateral izquierdo Milad Mohammadi, que juega en un equipo de Chechenia, se preparó para lanzar un saque de banda contra el área española, donde se arremolinaban prestos al remate un aluvión de guerreros persas. Mohammadi, hombre muy religioso, elevó su pía mirada al cielo buscando el plácet de Alá para el saque de banda. Acto seguido le propinó un beso simbólico al balón. Y entonces llegó lo bueno: tomó carrerilla, dio una voltereta circense en el aire... y se quedó clavado sin hacer nada. Acto seguido, el tío lanzó el balón al área propulsándolo normalmente con las dos manos, como todos los futbolistas del planeta. Media España se restregaba los ojos frente a la tele. ¿Para qué dio aquella voltereta Mohammadi? ¿Qué esotérica idea surcó su cabeza? ¿Pensaba que el salto mortal le ayudaría a propulsar la bola con más fuerza? ¿Lo hizo para impresionar a los ayatolás? ¿Nos explicarán este enigma en la tele iraní de Pablo Iglesias? En fin, quién sabe...

Ayer se supo que en el primer trimestre del año han salido de Cataluña 1.695 empresas. Esas compañías facturan en conjunto 14.500 millones, un dineral, y el 61% se han escapado a Madrid, ciudad abierta, donde nadie te exige pedigrí identitario, ni te da la murga nacionalista. Torra, Puigdemont, los cuperos, el lacito amarillo, la turrada incesante, las cosas extrañas, las enajenaciones sentimentaloides que deforma la realidad... Una contorsión perpetua en un vacío inútil; la pirueta de Mohammadi. Grandes aspavientos de resultados nulos. Hoy volverán a intentarlo contra el Rey. También fabulan con que una cesión del poco fiable Sánchez les abrirá la puerta para su escapada (por eso le votaron). Pero aunque el tiki-taka del Estado sea aburrido resulta casi imposible robarle el balón. No ganarán.

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