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La misma mano

Con la misma mano que ayer Torra le dio a Felipe VI, las cárceles continuarán cerradas y asegurada la unidad de España

EFEE
Salvador Sostres

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Con la misma mano que Quim Torra saludó ayer al Rey mantiene encerrados en Lledoners a los líderes de la rebelión independentista. Con la misma mano con que se hizo acompañar durante el homenaje por la esposa del encarcelado exconsejero del Interior, hace girar la llave que cierra la celda de Quim Forn.

Es exactamente la misma mano que levantó para decir que el Rey no era bienvenido a Cataluña la que ayer ofreció como un súbdito más a Felipe VI. Mano de ida y vuelta, la que saluda a Puigdemont en la distancia «porque somos república» y la que vota la investidura de Pedro Sánchez con la lógica autonomista de calcular las contrapartidas.

La misma mano con que votó en el referendo ilegal del 1-O la usó para votar el 21 de diciembre en las elecciones, también autonómicas, convocadas por el presidente Rajoy. Es el viejo cinismo del catalanismo político, el que tira la piedra y esconde la mano, el que llama a la masa a desobediencias exhibicionistas para retroceder luego porque «no somos mayoría». El que acaba siempre obedeciendo vergonzosamente disfrazado de héroe.

El escenario blanco del homenaje de ayer fue el resumen de Cataluña y también del complejo de inferioridad con que España ha ido asumiendo los desprecios del catalanismo: esa apelación vacía a la paz, envuelta en el nihilismo de la canción Imagine. Sin identidad, sin cultura, sin banderas, sin fe, no se puede defender absolutamente la nada. Ni la propia vida, abandonada a la intemperie, a merced de la barbarie.

Con la misma mano con que Quim Torra sucumbió al orden, acudiendo al homenaje junto al Rey, animó cobardemente a los energúmenos callejeros del CDR a montar el numerito, y con la misma mano con la que señala a los que no piensan como él, y les acusa de fascistas, engaña a los suyos comportándose como el más sumiso de los presidentes que la Generalitat hasta ahora ha tenido, incluyendo a don José Montilla. De tanto creerse más listos y dignos que los demás, los independentistas han acabado burlados por el mismísimo hechicero de su tribu, al que han seguido con la ceguera y el fanatismo más acrítico e indigno. ¿A qué clase de libertad colectiva podrían aspirar los que hacen un uso tan mediocre de su libertad personal y cívica?

Al Gobierno le bastaron tres enviados de buena voluntad para la aplicación del artículo 155, porque con la misma mano con que Elsa Artadi se colgaba el lacito amarillo fue la más estrecha y eficaz colaboradora de Roberto Bermúdez de Castro. «Señora Francis, me entiende, con estos conocimientos ¿qué se podía esperar de nosotros? Si todavía no sabemos, señora, qué seremos de mayores, los hijos de un tiempo, los hijos de un país huérfano». No sé por qué los independentistas insultan a Serrat, con lo bien que les canta.

Con la misma mano, siempre con la misma mano que ayer Quim Torra le dio a Felipe VI, las cárceles continuarán cerradas y perfectamente asegurada la unidad de España.

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