Suscribete a
ABC Premium

El mascarón

No te equivoques: ese fantoche al que desdeñas es el ariete con que el nacionalismo quiere abrirle al Estado otra brecha

Ignacio Camacho

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Cómo no entender que estés harto de Puigdemont, que te irrite que a un tipo tan mediocre, al que consideras un payaso, reciba tanta atención en periódicos, teles y radios. Que te subleve su capacidad para desestabilizar y poner en jaque a un Estado que ... en tu opinión debería sacudírselo de encima con un simple papirotazo . Te cansa y te parece incomprensible su protagonismo, y su matraca permanente te tiene harto. Pero, verás, es que no se trata tanto de él -que, aunque te cueste creerlo, tiene el tirón de audiencia de todas las figuras que provocan rechazo - como de lo que representa: un problema enquistado. Un conflicto que, por anodinos y vulgares que sean sus actores, se ha atravesado en la vida española amenazándola de colapso. Puigdemont, con su ansia de notoriedad y su comportamiento estrafalario, no es más que el mascarón simbólico de un movimiento de ruptura que sólo hace unos meses, no lo olvides, estuvo a punto de hacer saltar la nación en pedazos. Un desafío que, por más que las encuestas indiquen que la mayoría de los ciudadanos lo consideran ya página pasada, no ha terminado.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia