Vidas ejemplares

Más duro que el grafeno

Puede que haya aparecido por fin un material más resistente

Lejos de la atención del público, que disfruta de los resultados prácticos pero ignora el trabajo de laboratorio previo, la ciencia sigue revolucionando el mundo. Muchas veces, mentes portentosas creen vislumbrar incluso un punto de confluencia entre la física, las matemáticas y las últimas preguntas ... teológicas. En ese cruce divino tal vez entraría también la música, que Pitágoras ya relacionaba con las matemáticas, como explica primorosamente el gran George Steiner en sus ensayos musicales. Enstein, un virtuoso del violín que se definía como «un no creyente profundamente religioso», advertía que «la ciencia sin religión está coja y la religión sin la ciencia, ciega». Su Dios era «el de Spinoza, que se revela en la ordenada armonía de lo que existe». Pero no creía en un Dios personal, pendiente de los minúsculos avatares humanos.

Pero además de trazar grandes teorías, algunas tan poco probadas como las del mediático Stephen Hawking, la física también hace importantes aportaciones prácticas. El material más duro que conocemos fue descubierto en un laboratorio en 2004. No ocurrió en España, por supuesto, un país que invierte sus esfuerzos en el fútbol, donde lo somos todo; pero que no gana un premio Nobel científico ni de chiripa. Ocurrió en la Universidad de Manchester y fue obra de dos sabios rusos y errantes, Andre Geim y Konstantin Novoselov. Los ingleses tuvieron el buen ojo de ficharlos y ponerlos a trabajar para ellos (aquí somos más de interesarnos por el mercado carioca de delanteros dribladores). Ya se sabía de la existencia del grafeno, un compuesto bidimensional de átomos de carbono puro, enlazados de manera hexagonal. Pero Geim y Novoselov consiguieron aislarlo a temperatura ambiente y abrirle así posibilidades comerciales, hito que les valió el Nobel de Física en 2010.

El grafeno, el material más duro que existe, es prodigioso: un millón de veces más fino que un cabello humano, pero doscientas veces más resistente que el acero. Es un gran conductor térmico y cada vez ofrece más usos, desde chalecos antibalas a superconductores, pasando por baterías y coches de ciencia-ficción. Dicen como metáfora que para romper una finísima hoja de grafeno se necesitaría «colocar a un elefante en equilibro sobre un lápiz encima de ella». El material es tan prometedor que ha propiciado el mayor proyecto científico de la UE, el Graphene Flagship, con una inversión de mil millones.

Pero la física nunca duerme. Puede que haya aparecido ya un material bastante más duro que el grafeno. En el latín propio de la ciencia ha sido bautizado como el Facies Sánchez. Se trata de una jeta irrompible, que ayer volvió a probar su pasmosa capacidad de resistencia al asegurar que Lola Delgado, que ha sido miembro de la Unión Progresista de Fiscales, candidata al Congreso por el PSOE y ministra de un Gobierno socialista, es, ¡albricias!, «una fiscal independiente», a la que ha puesto como primer deber «mantener la independencia de la Fiscalía General del Estado» (no se rían, que ya lo estoy haciendo yo).

Lo sentimos por Geim y Novoselov, pero al lado de la Facies Sánchez el grafeno es blandito como la plastilina.

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