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Con permiso

Todo es coyuntural... menos Sánchez y Cía.

El paro, coyuntural. La falta de chips, coyuntural. La inflación, coyuntural. Hasta el ‘baby boom’ fue coyuntural... Todo, menos el estructural de Sánchez

María Jesús Pérez

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Hoy la palabra de moda es ‘coyuntural’. Digamos, aquella situación que se da por una combinación de factores y circunstancias acotada en un periodo de tiempo, se supone, que breve. Lo fácil para echar balones fuera para aquellos -gobiernos, sobre todo- que carecen de razones ... o fundamentos con los que dar explicaciones de la realidad de las cosas en momentos concretos. Vamos, la verdad verdadera. Esa que siempre atañe y, casi siempre perjudica, a las personas y a las empresas. Sobre todo, a las más pequeñas. Y a los autónomos, por supuesto, que viven más el día a día para seguir adelante con la espada de Damocles siempre pendiendo sobre sus cabezas. En principio pues, lo ‘coyuntural’ es lo que tiende a desaparecer en el corto plazo. Lo opuesto a lo ‘estructural’, que es lo que permanece en el tiempo y, al final, lo que determina el futuro a largo y necesita de un esfuerzo prolongado o de una cirugía profunda para ser solucionado. Lo malo es que las consecuencias de lo coyuntural, aunque es efímero en el momento, se convierte en estructural en cuanto se descuida uno. No como las palabras que se lleva el viento y ya. No. Se adhiere a la piel, y ahí se instala de forma subyacente... ¡como los precios oigan!

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