Sánchez le hace un ERTE a Escrivá

El caso es que hubo acuerdo, si bien el presidente Sánchez tuvo que mediar. La guerra dialéctica abierta en los medios entre su ministro de Seguridad Social y el patrono de los empresarios, Antonio Garamendi, se estaba yendo de madre. Mejor atajar de raíz, que de presi a presi se entiende la gente. Así, de tú a tú, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid como quien dice -exactamente en el que fue ayer el penúltimo de los actos propagandísticos del presidente, el plan de internacionalización para las empresas españolas ayer en la sede del ICEX-, el resiliente del Gobierno se acercó al jefe de la patronal a costa de hacer un feo a su ministro Escrivá, para aparentar moderación y escucha activa con el tejido empresarial, y le dio el «sí» al 90% de las peticiones de Garamendi sobre la extensión de los ERTE. La única concesión a su ministro fue que las exoneraciones bajen al 70% pero ya en septiembre. Garamendi entonces, con el ‘tú ganas’ en el bolsillo, destacaba la colaboración público-privada «en vena» que supone el plan de internacionalización presentado y la unión «real» y la «venta real de España» en el exterior: «Estamos en la misma posición y vamos a seguir, presidente», dijo el líder de los empresarios españoles dirigiéndose a Pedro Sánchez, a quien agradeció su «interés» y «permanente esfuerzo» en esta materia. A buen entendedor...

En definitiva, le hace un ERTE a su ministro y le aparta temporalmente de las negociaciones. Un ‘quítate tú que ya me pongo yo’. Ahora que si fuera Garamendi estaría ojo avizor. Que Sánchez no se caracteriza por ser el rey de la verdad. Todo lo contrario. Su objetivo e interés de los últimos tiempos es, por un lado, seguir engordando su ‘matronal’ -Conpyme-, y por otro, evitar por todos los medios sellar sin acuerdo social la que puede ser la última prórroga de los ERTE, un instrumento que ha sido clave en la gestión económica de la pandemia, lo que habría tenido implicaciones políticas devastadoras en un momento en que Sánchez quiere capitalizar ante Bruselas la recuperación por el impulso de los fondos europeos y el efecto de la vacunación. Porque al presi, no lo duden, le importa exactamente un pimiento tanto su gabinete como todo lo demás. Es todo para su Gobierno pero sin su Gobierno.