Tribuna abierta
Las estatuas derribadas
Acepten que España reciba y se haga cargo de todas las estatuas que ustedes han permitido derribar
Luisa Cruz Picallo
Señores presidentes de países con herencia hispana que promueven, o permiten el odio a España, señores y señoras que derriban estatuas y símbolos de aquellos españoles que fundaron, construyeron, o contribuyeron a la creación de sus países. Señores y señoras, chusma que aplaude dichas hazañas, ... me presento ante ustedes: soy española, una española entre otras muchas mujeres y hombres de esta nación que no queremos callar.
Mi nombre no tiene importancia, el hecho de ser española sí, porque siento un enorme amor a mi patria, no utilizo la palabra orgullo, sino amor, y somos muchos, más de lo que ustedes piensan, los que amamos a nuestro país, a los que nos duele nuestro país, que nos rebelamos ante la injusticia, la manipulación, el olvido al que se ve sometida la historia de España y no voy a ser yo quién les rebata a ustedes. Ya lo están haciendo y muy bien, véase: Elvira Roca Barea, Marcelo Gullo, Ramón Tamames, Borja Cardelús, entre otros. Sí echo de menos que este movimiento en contra de la ‘leyenda negra’ y de divulgación de la auténtica historia de España no llegue a todas las capas de la sociedad, echo de menos una marea de indignación ante las graves acusaciones de algún presidente hispano hablante contra España, echo de menos manifestaciones contra el derribo de las estatuas de nuestros más heroicos o piadosos compatriotas (estatua de Fray Junípero Serra derribada hace poco en EE.UU., por ejemplo)
No voy a afear su conducta, ni voy a explicarles por qué dicha conducta me parece aberrante, no voy a pedirles que se excusen y pidan perdón a España, no pretendo rogarles que lean, que se informen, que sean capaces de discernir entre aquellos que les oprimieron, exterminaron y corrompieron, y los que les dieron su sangre y sus apellidos amén de la lengua, universidades, religión y un largo etcétera, no, solo les voy a pedir una cosa: por favor, acepten que España reciba y se haga cargo de todas las estatuas que ustedes han permitido derribar, la cuales, desde ese momento pasarán a ser propiedad del pueblo español.
Pienso que cualquiera que gobierne España, sea del signo que sea, acogerá, restaurará y exhibirá en nuestras ciudades estos símbolos de nuestra historia. Si no fuera así, si nuestros gobiernos llevados por escrúpulos, intereses comerciales, políticos, o geográficos, por miedos o pacatas formas de entender las relaciones con otros países no tomaran la iniciativa, entonces sería preciso promover una suscripción popular. Con ese objeto se fletaría un barco para ‘repatriar’ las estatuas, los navieros españoles ofrecerían sus buques de forma altruista, los grandes financieros, las grandes fortunas pagarían la restauración de las obras de arte. Los alcaldes, los presidentes autonómicos se disputarían el honor de tener en sus plazas a los héroes nacionales y la gente de la calle saldría a aplaudir y contribuiría económicamente si fuera necesario.
Estoy segura que los señores presidentes y los iconoclastas del otro lado del Atlántico accederán gustosos a desprenderse de unos recuerdos que parecen molestarles tanto.
Los españoles agradeceremos eternamente dicho gesto.
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Luisa Cruz Picallo es escritora
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