Vidas ejemplares
Otro PSOE fue posible
Sánchez recupera el alma dominante en la historiade su partido
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Iniciar sesiónMi mujer me manda un vídeo por guasap. Es (lamentablemente) gracioso. A un chaval de «la generación mejor preparada de la historia», que diría Zapatero, le piden que cite a algún escritor de la Generación del 27. El muchacho responde perplejo: «Estamos en 2021. ¡El ... 27 todavía no ha llegado!». En el país de la doctrinaria Memoria Democrática lo que impera es la desmemoria. El PSOE, por ejemplo, pasa por honorable partido de Estado. «Cien años de honradez», reza un lema de la casa de Filesa, los GAL y los ERE. Se olvida que en sus 141 años de andadura, la etapa moderada de González fue la excepción, no la norma. Pablo Iglesias, el fundador, amenazó a Maura con un atentado en sede parlamentaria. UGT compadreó con la dictadura de Primo. En la República, el PSOE fue un partido desleal, que intentó reventar su legalidad con la Revolución de Asturias. En la declaración de independencia de Companys, los socialistas apoyaron, incluso con algún fusil por las calles de Barcelona. El PSOE defendía en su programa el «derecho a la autodeterminación» hasta fecha tan tardía como 1976. Lo de la unidad de España y el patriotismo siempre les sonó mal; lo veían «propio de las oligarquías» y «contrario a la clase obrera».
Sánchez no hace más que recuperar el alma dominante en el PSOE durante su larga singladura. Pero tal vez otro socialismo fue posible. Había allí políticos sosegados y formados, de porte institucional y espíritu abierto, que pudieron haber orientado la nave hacia una socialdemocracia moderada, como ha hecho ahora Biden sacudiéndose a todo el sanchismo -valga la comparación- del Partido Demócrata (Sanders, Ocasio-Cortez...). Pero aquí ganó lo peor y se llevó por delante a los mejores, como César Antonio Molina, que continúa exponiendo la verdad, a diferencia de los medrosos barones, que aferrados a sus cargos solo se atreven a prudentísimos pellizcos de monja ante las tropelías de Sánchez. «Los socialistas no pueden pactar con los asesinos de sus militantes», explica Molina. Es así de sencillo. Una elección moral irrefutable. César, periodista, abogado, poeta y profesor, fue un excelente ministro de Cultura. Duró dos años. Zapatero lo cesó por teléfono en abril 2009, mientras estaba de viaje en el extranjero. Más tarde se lo explicó: «Me dijo que yo era muy austero y que necesitaba una chica joven y glamur». César pudo quedarse chupando del bote en su escaño del Congreso, o con una canonjía en el Senado, la Cámara Spa. Pero el giro del partido no le gustaba. Así que fue consecuente y se marchó. Hijo de republicanos coruñeses que perdieron la guerra y la posguerra, nunca ha caído en el rencor divisivo a lo Carmen Calvo. «Mis padres, maravillosos, me educaron contra el resentimiento y el deseo de venganza». Él y otros socialistas prejubilados por las purgas del zapaterismo y el sanchismo ofrecían pensamiento, ilustración y altura de miras. Hoy Adriana Lastra es un referente del PSOE. No hace falta decir más.
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