Vidas ejemplares
Loas al comunismo, ¡todavía!
El lema electoral de Ayuso lleva al ‘progresismo’ a elogiar unaideología execrable
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Hace diez años, aprovechando la luz que aportó la apertura de los archivos soviéticos, Timothy Snyder, prestigioso historiador de Yale, intentó responder con máximo rigor a una vieja y terrible pregunta: ¿Quién fue peor, Hitler o Stalin? ¿Quién mató a más civiles? Su conclusión fue ... que los nazis asesinaron a once millones de personas no combatientes y Stalin a seis millones, que se elevarían a nueve con los muertos de las hambrunas que provocó intencionadamente por motivos étnicos y nacionalistas entre 1930 y 1933. Ambos están lejos de los treinta millones de vidas que costó entre 1958 y 1962 el ‘Gran Salto Adelante’ de Mao, desastroso experimento colectivista que acabó con la mayor hambruna de la historia de la humanidad.
El nazismo está considerado la cima del horror genocida, por su intento sistemático de exterminar a todo un pueblo por un móvil racista (5,4 millones de judíos tiroteados y gaseados). Pero en volumen, el comunismo acabó resultando una ideología más letal. Sean McMeekin, profesor del Bard College de Nueva York, acaba de publicar el libro ‘Stalin’s War’ con una tesis original. Se nos ha contado siempre la Segunda Guerra Mundial como una lucha del bien contra el mal, en la que ganaron los buenos. Pero McMeekin objeta que la presencia de Stalin entre los aliados anula la versión de un bando bueno. «El nazismo desapareció en 1945. Pero el legado soviético pervive todavía en los gobiernos comunistas de China, Corea del Norte y Vietnam», escribe. El comunismo soviético subyugó a media Europa una vez concluida la guerra. La victoria de Stalin, nos recuerda, «condenó a millones a décadas de opresión y nuevas formas de terror».
Un pecado imperdonable de buena parte de la izquierda occidental ha sido soslayar la veta criminal del comunismo. El resultado es que mientras los partidos nazis y fascistas están proscritos en la política europea -como es lógico-; siguen admitiéndose de manera aberrante los partidos comunistas (en España hasta hay uno metido en el Gobierno). El eslogan de Ayuso ante las elecciones del 4 de mayo, ‘comunismo o libertad’, ha provocado que el Orfeón Progresista aplique de nuevo su doble rasero moral a la hora de evaluar los totalitarismos de izquierda y de derecha. «El comunismo en España es libertad», soltó ayer muy henchido de razón el presidente canario Torres, del PSOE, en réplica al lema de Ayuso. No es cierto. El comunismo jamás ha logrado gobernar en España -solo ahora, pero de muleta-, por lo que nunca ha podido poner en marcha su modelo de represión y miseria.
Podemos, PSOE y Frankenstein tachan de ‘fascista’ y ‘ultraderecha criminal’ al conservadurismo español, cuando el PP y Vox para nada lo son. Pero se entregan -¡todavía!- a glorificar el hediondo comunismo, que contemplan como una ideología honorable, cuando supone empíricamente una de las catástrofes de la historia de la humanidad (y como tal debería ser tratada). El ‘consenso progresista’ se enerva contra Ayuso porque se está atreviendo a señalar en alto estas sencillas verdades.
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