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Vidas ejemplares

Garzón, «valor añadido»

¿Qué aporta un ministro español que arremete contra la industria turística?

Luis Ventoso

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España es el paradójico país donde ser un fascista se considera execrable -y con razón-, pero donde ser comunista se tiene a gala, aún siendo por volumen de víctimas la ideología más criminal del violento siglo XX. El marxismo, un totalitarismo multifracasado y tan moderno ... como la bolsa de agua caliente para caldear los pies, ha vivido un inesperado renacimiento por aquí con la eclosión de Podemos. Sus apóstoles están cortados por un patrón que se repite: chicos universitarios de extracción burguesa, que apenas han trabajado y quieren jabugo para ellos, pero al público le recetan mortadela, propugnando una igualación a la baja de toda la sociedad. Se presentan como paladines de «la gente». Pero bien acomodados en la política, sus vidas son privilegiadas respecto a las de familias columna vertebral del país, padres con un par de hijos, que aspiran a progresar, que valoran los nexos familiares, que buscan la mejor educación para sus chavales y que trabajan como descosidos para salir a flote.

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